Purificado
“Un error cometí yo, que nos empañó todo: creer en cabrones que no valían la pena. Te doy dos nombres: Jesús Orozco, Óscar Zurroza”. Así lo escupió Mario Anguiano Moreno, con esa mezcla de culpa mal digerida y despecho político que suelen cargar los exgobernadores. Habló desde el pecho, sí, pero no desde la conciencia. Porque si bien reconoce haber puesto a esos personajes en posiciones de poder, calla con conveniencia quirúrgica sobre los demás nombres que integraron su cártel administrativo. A fin de cuentas, aún le reparten migajas del saqueo 2009-2015. ¿Para qué patear la bolsa que aún gotea?