La portería blindada de Cuauhtémoc Blanco
Por Yensuni López Aldape¿Quién diría que el “Cuauh”, ídolo de las canchas y experto en…
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Es imposible eludir el tema de los hechos ocurridos en el Rancho Izaguirre, ubicado en el municipio de Teuchitlán, Jalisco, un lugar que, aunque aislado, se ha convertido en símbolo de una tragedia nacional: la desaparición forzada de miles de mexicanos. A tan solo una hora de Guadalajara, el rancho es testigo de una pesadilla que, aunque descubierta recientemente, refleja la magnitud de una crisis que afecta a todo el país. Las imágenes difundidas en medios de comunicación no son sino un pequeño reflejo de lo que sucede en muchas otras zonas de México.
A pesar de las muchas opiniones que se han vertido discretamente en los pasillos y fuera de la alcaldía de Tecomán sobre los despidos —o “ajustes administrativos” si preferimos un término decoroso—, creo que el alcalde está en todo su derecho de tomar estas decisiones. Si son acertadas o no, es otro tema, pero es prerrogativa del poder ejecutivo municipal definir quién sirve a los intereses de su administración y quién no. Sin embargo, hay dos aspectos inquietantes: lo abrupto del movimiento y la falta de claridad. Aunque también está en su derecho reservarse las razones, debería recordar que se debe a ese pueblo del que tanto habla en sus discursos. Si solo fue un ajuste administrativo, no habría nada qué esconder, salvo que detrás haya otros motivos más oscuros que prefirió manejar con discreción.
Desde diciembre de 2024, el presidente municipal de la capital de Colima, Riult Rivera, ha implementado operativos en tres principales vías de la ciudad para sancionar a los conductores que superen los 80 kilómetros por hora. Esta medida ha generado un gran descontento entre los habitantes, especialmente aquellos que circulan entre las 09:00 y las 14:00 horas, pues el operativo se ha implementado sin una campaña previa de concientización sobre las nuevas restricciones de velocidad. A esto se suma la falta de señalización adecuada que indique claramente los nuevos límites, lo que ha provocado que muchos conductores se vean sorprendidos por las multas.
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La política en Colima y Villa de Álvarez sigue un patrón ancestral, tan predecible como trágico. Los actuales presidentes municipales, Riult Rivera y Tey Gutiérrez, se hacen presentes en municipios que no son los suyos de origen, y lo hacen con la misma fórmula de siempre: promesas huecas, poca acción y una obsesión enfermiza por la siguiente elección. Como reza el dicho como candil de la calle y oscuridad de su casa.