Enfrentar la indiferencia y la inacción gubernamental se ha convertido en una tarea ardua para la asociación animalista “Siempre seré tu voz” dijo Liliana Gómez y Gabriela Reséndis, integrantes de esta organización, mismas que admitieron que es alarmante el número de casos de maltrato que les denuncian a la agrupación, muchos de estos son abandono, pero también crece el número de animales violados.
A esto se suman las barreras para combatir el maltrato animal que van más allá de la falta de sanciones; sino del mismo sistema de justicia del que dijo Liliana Gómez ignora las denuncias y con ello contribuye a una realidad desoladora en las calles.
Denunció que las autoridades se escudan en la existencia de leyes para justificar su falta de intervención. “Las leyes están ahí, pero si no se aplican es porque las personas temen denunciar”, explica. El temor a represalias y la carga administrativa necesaria para presentar una denuncia son factores que desincentivan a la ciudadanía. “Nos enfrentamos a un sistema que no da valor a las denuncias anónimas ni responde con eficacia a los casos reportados”, agrega.
Este problema se agrava en un contexto donde la falta de recursos y el miedo personal limitan la capacidad de los voluntarios para actuar. “El tiempo es un lujo que no tenemos”, señala Resendis. La asociación enfrenta la dura realidad de tener que decidir cuáles casos priorizar, ya que cada día se enfrentan a múltiples reportes de maltrato y abandono que requieren atención urgente.
Gabriela Resendis explicó que, en ocasiones, ellos mismos responden a las denuncias y que deben ser seguidas con diligencia, incluso desplazándose al ministerio público y al juez cívico, lo que implica perder horas valiosas y enfrentar la posibilidad de represalias. “Hemos tenido que ir hasta dos días a enfrentar la burocracia y, aunque a veces logramos resultados, muchas veces el proceso es demasiado lento para salvar a los animales que lo necesitan”, afirma.
A pesar de la situación, dijo, la asociación continúa luchando para que se agilicen los procesos legales y se otorguen más facultades a los grupos de voluntarios para que puedan actuar de manera inmediata en casos críticos. “Necesitamos que se nos permita retirar a los animales en condiciones extremas sin tener que esperar meses por una resolución”, solicita Gómez. “Estamos hablando de vidas en peligro”, subraya Resendis, quien también destaca que el maltrato animal en lugares como Tecomán es alarmante y requiere una respuesta más efectiva. La presión sobre las autoridades para que tomen medidas concretas y urgentes se vuelve cada vez más urgente.