No me llegó una, ni dos, ni tres, sino quince veces el video que muestra el completo deterioro y abandono en el que está el edificio que alberga a la ahora degradada Subsecretaría de Cultura de nuestra entidad. Ni siquiera lo tuve que ver para darme cuenta de ello. Yo paso por ahí casi todos los días y puedo ver incluso que la escultura de las palabras lo que da es pena, y eso que es la mayor carta de presentación del edificio de la Subsecretaría. En realidad causa vergüenza, lástima y coraje porque, curiosamente, en este caso el edificio es la representación viva de cómo está realmente la cultura hoy en nuestro estado, por parte de la Subsecretaría de Cultura: abandonada, deteriorada, casi inservible. No hay exposiciones relevantes, no hay publicaciones relevantes, no hay apoyos relevantes y además se remilgan, las ferias de libro son más que mediocres (considerando la infraestructura de nuestro estado), los eventos culturales sin resonancia, todo va sin dirección y dando ufanos bandazos.
Antes uno podía decir que la inercia hacía maravillas en aquellas instituciones que padecían una mala dirección, pero ahora ya ni siquiera la inercia parece salvar la labor realmente insustancial del subsecretario de Cultura Emiliano Zizumbo, quien aparece en la ficha de gobierno del Estado como músico, compositor, productor musical, gestor cultural y hasta empresario, nada de lo cual ha sido suficiente para poner a esta Subsecretaría a la altura de las circunstancias de tantos artistas y creadores colimenses destacados y en espera de oportunidades para seguir creciendo en sus disciplinas. Candil de la calle y oscuridad de su casa, no ha habido un solo miembro del personal de la Subsecretaría de Cultura que no me haya hablado mal de la gestión de Zizumbo. No diré nombres para que no haya represalias, porque para eso sí se pintan solos, pero afirman que lo único que reciben es indiferencia y soberbia.
Hay mucha gente capaz en la Subsecretaría, me consta, pero si la cabeza que es Zizumbo confunde lo que es una brecha de lo que es una calle o una autopista, entonces todo se va de bruces. Es muy lamentable que la gobernadora Indira Vizcaíno permita que este bien tan grande que tenemos los colimenses, como lo es nuestro arte y nuestra cultura, que tantas glorias ha dado a nivel nacional e internacional, caiga a niveles vergonzosos sin que dé una vuelta de timón ahora en sus últimos tres años de gobierno, poniéndolo en manos menos frívolas y más laboriosas. Los creadores colimenses lo último que necesitan es ser ninguneados por las autoridades de cultura. Éstas deben ser sus catapultas, no sus sepultureras. Ojalá que vengan mejores tiempos y podamos aspirar a recuperar (si no la gloria) al menos la dignidad que antes tenían las artes y la cultura en nuestra localidad, por el bien no sólo de los artistas y creadores sino de la sociedad colimense en general.