Por Yensuni López Aldape
Supongamos —solo supongamos— que en Tecomán existiera una verdadera alternativa política más allá del oficialismo que hoy reina con total comodidad. Que el ciudadano pudiera mirar hacia otro lado con esperanza y no con resignación. Alguna vez, hace décadas ya oxidadas, eso representó el PAN: una opción democrática, humanista y liberal. Pero esa historia hoy solo vive en los libros… o en las sobremesas.
En 2024, el PAN volvió a demostrar que sin el bastón prestado del PRI y el respirador artificial del PRD, es apenas un recuerdo. No capitalizó el desgaste de Morena. No supo leerse a sí mismo. No se preparó. Y, peor aún, no quiso. A estas alturas, su fragilidad electoral es tan evidente que da pena ajena ver cómo se acomodan en las coaliciones como quien se cuela a una boda sin conocer a los novios.
En Tecomán, el PAN ni a suspiros llega. Más que partido, parece un grupo de WhatsApp silenciado, con administradores que heredaron el control como si fueran terrenos ejidales. Porque eso es: una estructura reciclada entre familias bien identificadas, donde el apellido importa más que el proyecto.
Alguna vez caminaron colonias, ganaron regidurías, hicieron bulla. Hoy apenas y respiran. ¿Quién lidera? ¿Quién organiza? ¿Quién alza la voz desde el cabildo? Nadie. Bueno, sí… un regidor que lee sus posicionamientos como quien se disculpa por haberlos escrito, y una regidora tan gris que ya hasta parece parte del mobiliario urbano.
Es una pena de género que las últimas dirigentes hayan sido mujeres, porque pudieron demostrar mucho, pero se convirtieron en agencia de colocaciones familiares, basta con ver las fotos de sus reuniones: mismas caras, mismas sillas, mismos apellidos, y la misma botana reseca. El Comité Municipal del PAN parece más un salón de fiestas donde celebran cumpleaños entre ellos mismos… y donde también, casualmente, se reparten candidaturas. Total, ¿quién más quiere?
Pero eso sí, cuando hay alianza, brincan como si fueran los salvadores de la patria. En 2021 ganaron una regiduría con el empuje del PRI. En 2024 fueron el gran ganón de la coalición: dos regidurías. Y aun así, con ese estilo tan suyo, le hacen el feo al partido que les puso el oxígeno.
Y por si fuera poco, tampoco es que trabajen. Su campaña se basa en lo de siempre: un “hola” en redes sociales, dos selfies con filtro azul y luego el silencio, ese mutis arrogante que ya ni a estrategia llega. Es como si pensaran que los votos caen por inercia… o por lástima.
A estas alturas ya deberían estar pensando —o al menos fingiendo— en renovar su dirigencia municipal. Pero ojalá supiéramos quiénes son los que mandan, porque si el PAN en Tecomán tiene líder, debe andar en modo avión… o en modo fantasma. Antes, por lo menos, las mismas familias que se repartían el partido se daban a la tarea de buscar perfiles más o menos presentables, con estudios, con discurso, con algo de idea. Aunque solo usaran su nombre para aprovechar privilegios. Pero ya ni eso. Sus últimos candidatos cumplieron con ser “populares”, de rancho o del barrio, aunque no tuvieran más escuela que la del chisme en la tienda de la esquina. Porque ya no buscan gobernar, solo rascar lo que se pueda… con tal de seguir saliendo en la foto y cobrando dieta.
Lo cierto es que el PAN de Tecomán se ha convertido desde hace años, en eso: en un partido sin propuesta, sin rumbo, sin nuevos cuadros, sin liderazgo, sin autocrítica, sin calle y sin pueblo. Pero eso sí, con apellidos bien acomodados para el próximo relevo… porque ya toca heredar el Comité Directivo, como si fuera tiendita de abarrotes, pero sin inventario.
Y mientras juegan a heredarse la dirigencia entre esposas, primos o compinches, la pobre ciudadanía sigue pagando los platos rotos de tanta mediocridad. Porque aquí la esperanza no se transforma: se extravía, se desgasta… o se pinta de azul desteñido. Y ni cómo ayudarles: el próximo proceso ya huele a otra derrota cantada, con la misma plantilla de siempre y el mismo discurso reciclado.
Desde las trancas se ve claro: el PAN no crece porque no quiere, no puede o no lo dejan… las mismas familias de siempre. Y mientras sigan jugando a las sillitas entre amigos, el electorado seguirá votando por quien sea, menos por ellos. Porque ya ni sus bases creen. Porque los que alguna vez fueron “familias panistas”, hoy andan mejor con otros colores… o de plano, en la banca comiendo palomitas.
¿Y qué decir de su propuesta a la ciudadanía? Que no existe. Así, en seco. Porque mientras el PRI chambea —con todo y su desgaste o maltrecha estructura—, el PAN se cuelga las medallas y se cuela al festejo. Lo que confirma el viejo y sabio dicho: “Nadie sabe para quién trabaja”…
Y si alguien lo duda, pregúntenle al PRI… O mejor aún: pregúntenle al candidato a alcalde de la alianza pasada, Óscar Ávalos.
Nos leemos el próximo martes… o tal vez antes, según el rodeo. Por cierto, ¿alguien sabe si los diputados de Tecomán siguen vivos o andan en modo avión?
