Por Yensuni López Aldape
Durante años, aprendieron a vivir en penumbra. Algunos dejaron de trabajar, otros de leer, caminar con seguridad o simplemente disfrutar de los rostros de sus seres queridos. La catarata, una enfermedad silenciosa pero implacable, los fue privando poco a poco de la vista… y también de la autonomía, del ánimo y de la esperanza. Pero eso cambió este mes de mayo.
Este viernes, un total de 69 hombres y mujeres de distintas colonias y comunidades rurales de Tecomán, así como de los municipios de Armería e Ixtlahuacán, comenzaron a ver nuevamente. Lo hicieron gracias a las jornadas oftalmológicas “Ver por México”, una iniciativa del Gobierno de México a través de IMSS-Bienestar, en coordinación con la Secretaría de Salud.
Volver a ver es ahora volver a vivir
“Me sentía como encerrado. No podía ni caminar bien, menos trabajar. Ahora todo va a cambiar”, dice Aurelio Ávalos, mecánico de lavadoras y refrigeradores, quien llevaba meses sin poder desempeñar su oficio. Las cataratas lo habían obligado a depender de otros, y pensaba reunir dinero poco a poco para una operación privada, sin saber cuánto tiempo le tomaría. “Me hablaban de 20 o 30 mil pesos hace tiempo… imposible. Y ahora, aquí estoy, a punto de entrar a quirófano. Estoy agradecido con Dios y con todos los que hicieron esto posible”.
J. Inés Gómez Ruelas, originario de Armería, y trabajador de campo, relató que “hizo la lucha”; se operó el ojo izquierdo, pero ya no pudo con el derecho. “…y mire, ya aquí estoy esperando mi cirugía, estoy contento”. Explicó que debido a su problema de visión tuvo un accidente donde su hijo resultó herido. “Íbamos en la moto, afortunadamente fue en el pueblo. Les agradezco mucho a los gobiernos, son de ley, yo nunca había tenido un apoyo así, desde económico y ahorita mi cirugía”.
Víctor López Camberos, de Tecomán y también campesino, contó que desde antes de la pandemia ya tenía problemas con sus ojos y requería cirugía, pero con el Covid le cancelaron. “Por eso a los doctores quiero decirles muchas gracias, muy buena atención que me dieron y hay que seguir adelante, a ver si luego me ayudan con el otro ojo. Yo ya me había resignado. Me apunté para la cirugía desde antes de la pandemia y pensé que nunca me iba a tocar. Pero aquí estoy, viendo mejor cada día… ojalá sigan con estos programas”.
Con una sonrisa en los labios camina a su recuperación Ma. Luisa Ramírez Carmona, tiene 70 años y es ama de casa. Ella celebra que después de que apareció el problema pudo tener su cirugía. Su nuera Sara dice: “Nos costaba como 25 mil cada ojo y pues no. Ahora que nos dijeron que había ese apoyo, estuvimos yendo a las citas. Le operaron uno, pero también esperamos que sea el otro. Tenía ya un año que veía borroso”.
Así como ellos, decenas de pacientes que vivieron en la sombra ahora tienen la oportunidad de recuperar algo tan vital como la vista. Personas que no contaban con los recursos para una cirugía.
Un esfuerzo colectivo y una misión con alma
La Dra. Silvia Ochoa Anaya, directora del Hospital General de Tecomán, expresó que este fue un trabajo colectivo que implicó semanas de preparación, coordinación y compromiso por parte de médicos, enfermeras, personal administrativo y áreas de apoyo. “Estas cirugías, en el medio privado, llegan a costar hasta 80 mil pesos por ojo dependiendo del lente intraocular. Aquí se hicieron de manera gratuita, con el respaldo del gobierno federal y el entusiasmo de muchas manos locales”, subrayó.
Resaltó que cada procedimiento representó mucho más que una intervención quirúrgica. “Estamos hablando de personas que vuelven a ser independientes, que recuperan su calidad de vida, su autoestima, y en muchos casos, su fuente de trabajo. No es solo una jornada médica, es una misión con impacto real en la vida de las personas”.
Por su parte, la doctora Sonia Iveth Contreras Castillo, médica adscrita al servicio de oftalmología del Hospital General de Tecomán y encargada de la valoración inicial de los pacientes, explicó que las cataratas son una de las principales causas de ceguera reversible en el mundo. “Es una enfermedad muy frecuente, y lamentablemente muchas personas, sobre todo de escasos recursos, pasan años sin acceso a una cirugía. Aquí encontramos a muchos pacientes abandonados visualmente, resignados a no ver bien. Por eso, esta jornada representa una oportunidad invaluable para ellos”.
Añadió que el impacto de la cirugía es inmediato cuando no hay daños en la retina: “Si la retina está sana, pueden recuperar hasta el 100% de su visión. Y aunque la consulta puede parecer simple, lo más importante es que tengan acceso a esta operación. Eso es lo que realmente transforma sus vidas. Recuperar la vista es también recuperar su dignidad, su independencia y su alegría”.
El principio de algo más grande
Cada paciente fue recibido con cuidado. Pasaron sus valoraciones médicas, estudios de laboratorio y seguimiento. Luego, la cirugía. Y, finalmente, tendrán su acompañamiento posoperatorio, con revisiones constantes para asegurar una recuperación integral.
El alcalde de Tecomán, Armando Reyna Magaña, hizo la clausura oficial y celebró que el municipio fuera elegido como sede. “En Tecomán tenemos un alto número de personas con diabetes e hipertensión, condiciones que afectan gravemente la visión. Este tipo de campañas hacen la diferencia, sobre todo para quienes no tienen seguridad social ni recursos”.
Por su parte, la Dra. Andrea Atilano Coral, jefa de Servicios de Atención a la Salud de IMSS Bienestar, destacó que “esta jornada nos deja 69 historias de éxito, pero también la tarea de seguir avanzando. Hay cientos de personas más esperando atención, y ya estamos trabajando para que más jornadas lleguen”.
El doctor David Ochoa, coordinador estatal de las jornadas oftalmológicas, dio una noticia que llenó de esperanza a todo el equipo: “Esto no termina aquí. Vamos por más: retinopatía diabética, estrabismo, carnosidad y más cataratas. Ya estamos planeando las siguientes etapas y vamos a continuar hasta llegar a donde más se necesita”.
Los 69 pacientes operados en esta primera jornada representan más que un número. Son padres, madres, abuelos, trabajadoras del campo, comerciantes, personas que ahora pueden mirar a sus nietos, leer una receta, cruzar la calle con seguridad o volver a trabajar. Son 69 vidas que dan testimonio de que cuando el gobierno, el sector salud y la comunidad trabajan juntos, los resultados se ven y se sienten.
“Gracias a esto, voy a poder volver a ver a mi familia como antes. No tengo palabras”, dijo una paciente al salir de su cirugía, con una sonrisa que no necesita ojos para entenderse: habla desde el alma.
Porque cuando alguien recupera la vista, también recupera su mundo.