“Un error cometí yo, que nos empañó todo: creer en cabrones que no valían la pena. Te doy dos nombres: Jesús Orozco, Óscar Zurroza”. Así lo escupió Mario Anguiano Moreno, con esa mezcla de culpa mal digerida y despecho político que suelen cargar los exgobernadores. Habló desde el pecho, sí, pero no desde la conciencia. Porque si bien reconoce haber puesto a esos personajes en posiciones de poder, calla con conveniencia quirúrgica sobre los demás nombres que integraron su cártel administrativo. A fin de cuentas, aún le reparten migajas del saqueo 2009-2015. ¿Para qué patear la bolsa que aún gotea?
Anguiano, hoy emparejado con el alcalde Riult Rivera Gutiérrez, se tomó su tiempo —años— para responsabilizar a Zurroza y a Orozco del famoso “hueco financiero”, ese eufemismo que tanto gusta a quienes temen llamar a la corrupción por su nombre. Durante su sexenio no sólo permitió, sino que orquestó una robadera en despoblado. Si no lo sabía, fue un inepto. Si lo sabía y no hizo nada, fue cómplice. Que cada quien escoja el adjetivo que más le acomode.
Pero como en la política mexicana el pasado se recicla mejor que el PET, Zurroza Barrera —sí, el mismo— ahora aparece como flamante asesor de la gobernadora Indira Vizcaíno Silva. Un nuevo hijo pródigo de la 4T versión Colima, donde el borrón y cuenta nueva se ha vuelto doctrina. No hay expediente que la militancia no pueda purgar con un poco de lealtad declarativa y un cargo de asesoría. Lo de menos es si viene del PRI, del PAN o del averno; si suma, se queda.
Los principios fundacionales de la 4T (“no robar, no mentir, no traicionar”) se han vuelto eslóganes para lonas y mitines, no para filtros de ingreso. En la práctica, la 4T acoge a toda fauna política mientras sirva a su causa. ¿Que el personaje tiene antecedentes turbios? Bah, eso es moralina conservadora. Que Zurroza no tiene proceso penal abierto. Cierto. Pero su historial público y la denuncia de su propio exjefe pesan más que cualquier archivo judicial empolvado.
La política no es monasterio, ya lo sabemos. Pero una cosa es ser pragmático y otra, francamente cínico. Zurroza Barrera se acomoda como pez en el agua: sin colores, sin lealtades, sin límites. ¿Se le puede culpar? Quizá no. Porque en este circo, el que se ofende pierde.
No se trata de escandalizarse. Al final del día, partidos y gobiernos están plagados de oportunistas disfrazados de cuadros técnicos. Zurroza solo es un caso más —visible, eso sí— de cómo se tuercen los principios en nombre de la gobernabilidad. Y como no tiene cuentas pendientes con la justicia, puede ofrecer sus servicios al mejor postor. Que Indira lo acepte, habla más de ella que de él.
Nada personal contra Zurroza Barrera. Pero que es un ave de tempestades, nadie lo duda. A ver cuánto tarda en desplegar las alas en su nueva jaula de cristal: la 4T colimense.
Se dice que…
*“En política siempre hay que optar entre inconvenientes, es buscar el equilibrio entre la eficacia y los principios”, justificó Andrés Manuel López Obrador la cooptación de Miguel Ángel Yunes Márquez para hacerse de la mayoría calificada en el Senado de la República.
*La misma fórmula aplica a la incorporación de Óscar Carlos Zurroza Barrera como asesor de la gobernadora de Colima Indira Vizcaíno Silva, y antes de él a decenas de personajes de la picaresca política local duchos en el arte de vivir del presupuesto.