El cultivo de coco en Colima enfrenta una crisis que amenaza con disminuir drásticamente su producción en los próximos años. Según Gerardo Gordillo, director de investigación y desarrollo de la empresa Coco Colima, el principal problema radica en el envejecimiento de las palmas. “Las palmas en el estado están muy viejas, lo que dificulta cada vez más la cosecha. Además, la técnica tradicional de corte con vara, que requiere gran habilidad y conlleva riesgos, está desapareciendo”, explicó.
El uso de la vara, una tradición transmitida de generación en generación, es cada vez menos común. “Es un trabajo extenuante y peligroso, con riesgos como víboras, insectos y alacranes”, señaló Gordillo. Esta práctica, que solía ser parte esencial de la cultura de Colima, está perdiendo popularidad debido a las duras condiciones laborales y la falta de relevo generacional.
A la desaparición de los cortadores de coco se suma otro reto: la falta de inversión en nuevos huertos. Gordillo indicó que muchos productores no cuentan con los recursos ni la paciencia necesarios para establecer plantaciones nuevas. “Si decides sembrar una palma de coco, no tendrás frutos durante los primeros tres años, y los rendimientos significativos no llegarán hasta los siete años. Esto representa un desafío económico que pocos están dispuestos a asumir”, explicó.
El largo periodo de espera, sumado a la incertidumbre de la cosecha, está llevando a los agricultores a optar por cultivos con ciclos más cortos y mayor rentabilidad, como el plátano o la papaya. Aunque el precio del coco ha aumentado, este incremento no es suficiente para incentivar a nuevos productores a incursionar en su cultivo.
“Hoy en día, si tienes tierras y agua, lo más probable es que elijas cultivos que ofrezcan resultados más rápidos y seguros”, concluyó Gordillo.
La situación actual del cultivo de coco en Colima refleja no solo el desgaste de una tradición agrícola, sino también los desafíos de adaptarse a un sector que requiere renovación e innovación para sobrevivir.