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Pasándole la lupa al Partido Verde

Por Yensuni López Aldape

Vamos poniéndonos serios con los partidos políticos, alguien tiene que hacerlo. Porque si los ciudadanos no exigen seriedad, los partidos seguirán fabricando líderes de utilería, de esos que solo se ven bien en la foto. Luego nos quejamos de que llegan al poder personas que no saben a lo que van. Pero claro que saben: van a todo, menos a servir al pueblo.

Ya hablamos del PRI en esta columna. Hoy toca pasarle la lupa al Partido Verde en Tecomán. Y en su momento, le llegará el turno al PAN. Pero amigos, al paso que vamos, pareciera que la ciudadanía no tiene ni a dónde mirar… aunque tal vez ya va siendo hora de mirar hacia dentro: hacia el voto, hacia la exigencia, hacia el respeto propio.

¿Qué representa hoy el Verde en Tecomán? Pues, tristemente, una franquicia satélite, entregada con moñito a Morena como quien espera una propina por portarse bien. Y no lo decimos al tanteo: apenas terminó la jornada electoral y el Verde se metió en modo avión. Silencio absoluto. Cero activismo. Cero presencia. Cero propuesta. Hasta que… de sorpresa… vino su dirigente estatal, Virgilio Mendoza. Y entonces sí, los de aquí se despertaron, como cuando uno ve llegar al jefe sin aviso.

Virgilio se plantó en la Unidad Deportiva Norte, donde lo esperaba gente de Armería y Tecomán. ¿Y los dirigentes municipales? Bien, gracias. Ni un Orozco presente —ni el que funge como dirigente, ni el que se sienta como regidor—. Tampoco el coordinador que tienen. La alerta fue inmediata porque, está confirmado que nadie los invitó.

Y es que en política, las ausencias también hablan. Y el mensaje fue claro como el agua (como el agua que en Tecomán que aquí no tratamos): Virgilio, al que se le podrá acusar de muchas cosas menos de ingenuo, los dejó fuera de cuadro. Porque Virgilio sabe de estos juegos. Sabe nadar en las turbias aguas de la grilla, sabe cómo reciclar liderazgos y moverse en las sombras de la estructura. Pero en Tecomán, su engranaje local simplemente no está engrasado… ni presente.

Así que, con prisa y sin brújula, el Verde local trató de improvisar activismo: mandaron fotos de una reunión de filiación, convocaron a una rueda de prensa y anunciaron su flamante regreso a la vida pública con… redoble de tambores… ¡un torneo de futbol playero en Pascuales! Un evento que, en principio, cobraría 200 pesos por jugador, pero que —tras las cejas levantadas de los medios— mágicamente se volvió gratuito. “Bueno, lo íbamos a cobrar, pero como hemos tenido tan buena respuesta de los patrocinadores… pues ya no”, dijeron. Más que estrategia, parecía nervio disfrazado de generosidad.

En ese intento por verse activos, parecían toros salidos de las trancas: con mucha fuerza, mucho polvo levantado… pero sin rumbo, sin vaquero y sin lienzo. Se les notaba más el apuro que el plan.

Todo quedó en un “sí pero no, pero sí queremos que haya dinero, pero ojalá los empresarios cooperen porque hay premios de 30 mil pesos”. Ambicioso. Lástima que ni en votos ni en militancia han logrado reunir algo que se parezca a esa emoción.

¿De verdad el empresariado va a confiar en un evento tan inflado de promesas como falto de sustancia? Porque una cosa es organizar torneos y otra es pretender que eso compense el abandono de temas urgentes como el relleno sanitario, las plantas de tratamiento, o la contaminación de los mantos acuíferos, temas que en teoría, son insignias del Verde y que desde el espacio que ocupa en el Cabildo -por congruencia- debería abanderar su regidor.

Y aquí viene lo de fondo: los partidos políticos pequeños —porque el Verde en Tecomán lo es, por más que se asocie al oficialismo— han perfeccionado el arte de aparentar. Aparecen cuando hay presupuesto, activan cuando hay posibilidad de lucirse, nombran como dirigentes a figuras “populares” que a veces no tienen ni formación, ni visión, ni compromiso. Y así se justifican: “seguimos vigentes”. Pero vigentes ¿en qué?.

Porque si el Verde en Tecomán realmente quisiera hacer algo útil, tendría trabajo de sobra. Pero parece que prefiere inflar balones de futbol antes que propuestas. Y eso que tanto presumen las “políticas públicas” queda reducido a eventos con palapa y lona con logo.

Sí, sí… es el partido de los jóvenes. Y claro que hay que incluir a los jóvenes, darles espacios, mantenerlos activos. Pero no se trata de disfrazar la falta de política con torneos y camisetas. Para eso están los institutos del deporte. Los partidos, se supone, deberían formar cuadros, proponer leyes, construir ciudadanía, y sí: incomodar al poder cuando hace falta.

De su regidor, hay variación, no incomoda al jefe y humanamente se mueve, sin embargo, del trabajo partidista del Verde en Tecomán, es evidente que está construyendo una imagen curiosa. Porque ni propone, ni protesta, ni participa… pero eso sí, organiza torneos. Así que al paso que va, terminará como uno de sus coordinadores más entusiastas: en un mero chiste.