Por Yensuni López Aldape
Nada que extrañase pasó este domingo. Nada que nos hiciera pensar que este proceso electoral extraordinario era, efectivamente, extraordinario. Desde la cumbre de pasillo que sostuvieron algunos funcionarios locales en Casa de la Cultura —eso sí, sin celulares, no vaya a ser que a alguien se le ocurriera grabar la estrategia de acarreo— hasta el operativo de movilización que se montó, sin pudor, en un salón a la vista de todos en la entrada del municipio. Tan ordinario todo que hasta el 9% de participación electoral pareció una mala broma. Ni los programas sociales pudieron jalar a su gente. Ni con beca, ni con nada. Lo extraordinario fue que no hubo ni maquillaje.
Y es que la operación fue tan tricolor que por momentos se escuchaban, entre risas, frases como “me siento más priísta que cuando estaba en el PRI”. En fin, nada nuevo en la tierra donde las trancas no sólo se brincan, se pisan, se saltan y luego se niegan.
Pero vamos dejando en paz a las urnas vacías y hablemos de los temas que sí duelen y apestan… literalmente.
La basura… y el descaro
La estrategia del alcalde en el tema de Servicios Públicos podrá estar escrita con buena letra, pero si no hay camiones que funcionen, la letra se borra con el primer bache. Si usted no sabe, basta consultar los presupuestos, seis años llevamos pagando aproximadamente 700 mil pesos mensuales en renta de camiones recolectores de basura que apenas y arrancan. Y digo “renta”, porque comprar uno nuevo sería, al parecer, una grosería presupuestal. No hay diésel, no hay refacciones, y cuando el servicio falla, son los propios trabajadores quienes tienen que explicar en redes sociales por qué no pasaron a recoger la basura en tal colonia. ¿Y los funcionarios? En silencio administrativo, eso sí, bien uniformados para la foto del Teletón y anunciando el bicipaseo nocturno.
El tema es serio: afecta la salud, la imagen del municipio y el ánimo de quienes tienen que empujar un camión descompuesto para cumplir su ruta. Mientras tanto, los vecinos se echan la basura unos a otros como si fuera guerra de costales, porque no hay ni diesel para la maquinaria en el “relleno sanitario” (así, con toda la ironía que se pueda leer entre líneas).
Y hablando de errores que no huelen a basura, pero sí tienen olor a descompuesto, resulta que la administración actual anda llamando a exfuncionarios para pedirles que regresen dinero que, por “error” les depositaron de más cuando se fueron el pasado mes de octubre. El error, para no variar, salió de la Oficialía Mayor —sí, el mismo funcionario que hoy la encabeza y que ahora pide disculpas con plan de pagos en mano para que regresen recursos.
Lo peor del caso es que muchos de esos exfuncionarios ya pagaron impuestos sobre esos ingresos. Entonces, ¿quién tiene que asumir el desliz digital? ¿El exfuncionario que recibió sin saber? ¿El que tecleó de más? ¿O acaso el que hoy administra y se dio cuenta… siete meses después? Aquí no hay responsabilidad administrativa, aquí hay trancazo financiero disfrazado de auditoría de buena voluntad.
Pesca deportiva, pero de los de a pie
Por si fuera poco, allá en Tecuanillo, los pescadores están preparando acciones legales contra el famosísimo torneo del róbalo. ¿La razón? Les prohibieron pescar por más de 20 días para que los participantes puedan encontrar peces mientras que la derrama económica resulta insuficiente para la comunidad. Y claro, las selfies no alimentan. Como quien presta su casa para una fiesta y al final ni las sobras le dejan.
Orgullos divididos y banderas a medias…
Y como si hiciera falta más división, ahora la comunidad LGBTI de Tecomán se fractura a cuenta de la marcha del orgullo. Ya no se sabe si se marcha por los derechos o por los reflectores, si se lucha contra el gobierno o se marcha de la mano con él. Que si la Dirección de Diversidad del Estado organiza la marcha, que si debe ser ciudadana, que si hay quien usa la causa para fines personales. En fin, que las banderas del arcoíris en Tecomán se ven más como banderines de feria: las ponen cuando conviene y las bajan cuando no se quieren comprometer.
Mientras tanto, seguimos sin una verdadera dirección de diversidad, sin protocolos, sin cambios sustantivos. Pero eso sí, con discursos bien ensayados sobre inclusión… para la foto del boletín.
Nada que extrañase este domingo, decíamos. Solo que, ganó el Cruz Azul. No siguió la norma y ahora sí goleó mientras que en Tecomán, ganar sin hacer nada sigue siendo tradición. Por eso seguimos desde las trancas, viendo pasar la carreta de la política, llena de humo, vacía de soluciones y con las ruedas cada vez más flojas.