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No me voy a meter al ruedo (ni a votar este domingo)

Escribe Yensuni López.

Este domingo hay elecciones extraordinarias en Colima. No para alcaldes, diputados ni regidores maestros de las selfies y aficionados a sonreír mecánicamente, sino para elegir a jueces y magistrados. Y aunque muchos me han preguntado si voy a ir a votar, hoy quiero decirlo con claridad: no. No iré.

Y no lo digo desde el enojo, la apatía o el desencanto —que sí existen—, sino desde la congruencia. No iré porque no sé ni domino el lenguaje de los tribunales, ni conozco a fondo las trayectorias de quienes buscan un cargo, porque sus mochas campañas no salieron de apelar a la amistad, ya que las reglas del juego así se marcaron. Y no voy a votar por alguien solo porque me cae bien, porque me ayudó una vez o porque su nombre me suena en el gremio. Sería como soltarle la reata a cualquiera que se asome por la tranca, nomás porque se ve decente.

Creo que si de verdad queremos transformar algo, tenemos que comenzar por actuar con coherencia. ¿Cómo voy a elegir a una jueza o magistrado sin saber exactamente qué hará, cómo piensa, cómo ha actuado antes, si es justo, si es independiente, si ha defendido la ley o se ha vendido a la mejor postura? Eso no se adivina, se estudia. Pero a la ciudadanía no nos han dado las herramientas para hacerlo. Nos pidieron entrar al ruedo con los ojos vendados.

Esta reforma judicial no nació del pueblo. Fue impulsada desde arriba, sin mucha pedagogía, sin debate, sin claridad. Como cuando nos preguntaron si queríamos aeropuerto nuevo y medio país votó sin haber visto un solo plano y aunque lo viéramos, no sabríamos interpretar.

Ahora nos dicen que votemos por quienes impartirán justicia como si fuera una tómbola. Es como si, en plena charreada, nos pusieran a elegir al jinete sin saber si ha montado alguna vez un toro bravo o nomás burros mansos.

Y ojo, no estoy en contra de votar. Todo lo contrario. Creo que el voto es una herramienta poderosa, pero sólo si se usa con responsabilidad e información. En este caso, siento que nos están usando para legitimar una decisión que ya viene amañada. Y yo, sinceramente, no voy a ser parte del show.

Lo que sí quiero reconocer —y con todas sus letras— es la labor del INE. Porque ahí están, con presupuesto reducido, con presión política, con calendarios apretados y, aun así, intentando organizar una elección lo más limpia posible. Como el juez de plaza que intenta poner orden en un ruedo donde los toros ya vienen toreteados y los jinetes ni se conocen.

La verdad es que el pueblo, en general, desconoce los alcances jurídicos de quienes se votarán este domingo. No hay información clara ni accesible para que podamos ejercer un voto consciente. Pero eso sí: votarán los favorecidos del sistema, inclinando la balanza de este circo mediático.

Así que este domingo no estaré en la fila de la casilla, pero tampoco me sentiré menos ciudadana por eso. La democracia también se construye con la decisión de no validar simulacros. Mi voto es libre, y hoy libremente decido no entregarlo a ciegas. No es rebeldía, es responsabilidad.

Y bueno, si alguien me dice que con esa actitud no aporto nada, les responderé con lo que dicen en el rancho: más vale quedarse en la barrera, que salir con la reata enredada entre los pies.

Porque al final, ¿quién quiere entrar al ruedo sin saber quién está soltando a los toros?

Nos vemos el martes… ya veremos cómo sale el domingo.

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