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Hablemos del transporte público

Por Yensuni López Aldape

Hablemos del transporte público, ese eterno olvidado que cada año se pudre un poco más gracias a la cobardía de nuestros representantes populares, que prefieren esquivar el costo político antes que imponer orden. Y es que no cualquiera se sube al toro y le sabe a la monta; nomás hacen como que agarran toro bravo y se llevan un novillo manso, nomás pa’ la foto.

¿Dónde empezar? Tecomán lleva años agonizando por un transporte público digno. Ya el gremio de los transportistas andaba en terapia intensiva, pero la pandemia llegó como un ángel de la muerte a darle el pretexto perfecto a los gobiernos para “oxigenarlos” con un ventilador desconectado. En este municipio, el servicio simplemente pereció. Y de la necesidad social surgieron las motitos, esas que primero nos dieron risa, luego nos parecieron sospechosas y después usamos con la dignidad de quien monta una carroza real… aunque fuera con el rostro cubierto al principio, pa’ que no nos reconocieran.

Esas mismas motitos que, en su inicio, se agarraban a moquetazos con los taxistas por ser competencia desleal, ahora son parte del paisaje urbano. ¿Y cómo nos afecta a los ciudadanos de a pie? Al principio, pareciera que somos los ganadores de esta competencia salvaje, pero luego la realidad nos cachetea: sin regulación, los precios se disparan, el servicio se descontrola y, en caso de que nos pase algo desagradable, no hay a quién reportar ni quién sancione.

Primero, todos felices con las motitos… hasta que algunos conductores se pasaron de listos. Ya sea ofreciéndose amorosamente a las pasajeras o cobrando más caro que los mismos taxis. ¿Y dónde se reporta? Silencio absoluto. Por eso, hasta las cooperativas de mototaxis han pedido regulación. Ya hasta los taxistas, resignados, aceptan que entren al ruedo, pero con reglas claras. Y es que la competencia ya no solo es desleal con ellos, sino entre ellos mismos: demasiados vehículos, trabajando las 24 horas como si la seguridad vial fuera un cuento de hadas.

Evitar esta competencia desleal era trabajo de los diputados, esos que en entrevistas juraban con la mano en el corazón que “este año sale la regulación de las motitos”. Bueno, el año pasó, la regulación sigue de vacaciones y ellos ya están en otros cargos, ya sea de alcaldes, regidores o, si la suerte les sonrió, de asesores bien pagados. Mientras tanto, el problema sigue creciendo como papa caliente.

Si las autoridades no pudieron (o mejor dicho, no quisieron) hacer nada con las motitos, ¿se imaginan que harán algo con el transporte público estatal? ¡Ja! Ahí está el añejo caso de los autobuses Horizonte, los Rojos y ahora los Rápidos. Estos últimos como las motitos, ofrecen el servicio de inmediato, sin regulación alguna, sin paradas oficiales y sin más estructura que la buena voluntad de los choferes y la paciencia de los pasajeros. Hoy todos creen que salieron ganando, hasta que empiecen los abusos y se hagan la misma pregunta: ¿dónde reportamos?, ¿quién sanciona?

Entonces, ¿qué caso tiene que una empresa invierta millones en unidades, como es el caso de Los Rojos de Colima, que tengan capacitación, instalaciones y regulaciones si al final cualquiera puede improvisar un servicio sin necesidad de reglas? Porque claro, en todo trámite el gobierno siempre se lleva su mordida. ¿Cuál es el camino al que nos empujan las autoridades? ¿Cuándo los diputados harán su trabajo y, en lugar de promulgar “días estatales de tal o cual cosa”, se pondrán a estudiar soluciones reales? ¿Cuándo exigirán a la Subsecretaría de Movilidad que haga su chamba? Más importante aún: ¿cuándo vamos a cobrarles la factura a todos los que nos mienten descaradamente en la cara y, encima, todavía nos piden el voto con sonrisa de embaucador?

Porque si algo han demostrado las autoridades es que son expertas en promover la competencia desleal. Y no deberíamos sorprendernos, si llevan compitiendo así desde las urnas… y próximamente, desde los juzgados.

Bueno, en el día de la mujer, unos dicen que felicidades otros que no nos feliciten, yo digo que respeten uno u otro, conmemoren o feliciten, pero véanos y sepan que, sin importar el género, todos los ciudadanos merecemos que nuestras autoridades hagan su trabajo y ya. Igual nos vemos el martes, Desde las Trancas, antes… o después, según como se ponga el ruedo, porque hay mucho toro bronco pero jinetes sin experiencia.