Por Yensuni López Aldape
Si algo nos queda claro en estos días es que la política en México sigue siendo ese reality show que nadie pidió, pero que todos terminamos viendo por inercia. Y como en todo buen reality, hay drama, gritos, risas incómodas y, por supuesto, un elenco que parece sacado de un guion mal escrito.
Esta semana, el escenario principal fue Manzanillo, la alcaldesa Rosa Bayardo recibió un baño de realidad y de frente como en redes sociales los ciudadanos la confrontaron y le sugirieron, con una mezcla de hartazgo y ironía, que le bajara dos rayitas a sus ínfulas de grandeza. Están cansados del gastado discurso de “los otros gobiernos” porque, a fin de cuentas, los que están ahora son los que deben dar soluciones. Lo calificaron de “retrógrado y estúpido”, y, francamente, no les falta razón.
Políticos de todos los colores deberían grabarse esto en la cabeza: la ciudadanía se cansa rápido de aplaudir, sobre todo cuando la ineptitud gubernamental les golpea la cara todos los días. Pero no, todos siguen en campaña, esperando ser recibidos en las colonias con matracas y ovaciones ¿qué podemos esperar? Los políticos, sin importar el partido, parecen vivir en una burbuja donde los aplausos y las matracas de campaña les impiden escuchar el descontento ciudadano.
Y hablando de descontento, no podemos ignorar a la enfermera “JOKER”, quien, con una sola pancarta y más coraje que muchos diputados, logró visibilizar (aun más) la crisis de salud que atraviesa no solo Colima, sino todo México. Su protesta durante la visita de Claudia Sheinbaum fue un recordatorio de que, aunque las mujeres están ocupando más espacios de poder, eso no se traduce necesariamente en un cambio real. Vaya paradoja: justo cuando se acerca el 8 de marzo, día en el que “arde” literal y metafóricamente, las mujeres en el gobierno no están siendo las heroínas que esperábamos. Tal vez sea hora de aceptar que el problema no es el género, sino la clase política en general. Con tantas mujeres en el poder, una pensaría que el panorama sería distinto, pero no, lamentablemente no son ellas quienes están marcando la diferencia.
Mientras tanto, en Armería, el alcalde Cruz Méndez dio un discurso con un poco más de confianza, aunque la voz le seguía temblando. Digamos que lo suyo es la honesta imprudencia. Honesta porque, sin duda, dice lo que piensa; imprudente porque lo dice de la peor manera posible, en el peor momento y frente a la peor audiencia. Ante los regidores, soltó sin filtro que “ya solitos se están acomodando”, refiriéndose a los conflictos internos con los que iniciaron la administración. Imagínense la escena: tres regidores sonriendo con una mezcla de incomodidad y resignación, como si estuvieran en una cena familiar donde el tío incómodo decide soltar verdades a medias. Los regidores presentes sonrieron, pero no con alegría, sino con esa risa tensa que dice “sí, me estoy riendo, pero solo porque hay cámaras”. Hay que reconocerle al alcalde que, al menos, intenta hablar, con las herramientas que tiene, y en la palabra es “brutalmente honesto”.
Cambiando de tema, marzo es mes de colecta en la Casa Hogar. Se puede donar cada viernes, participar en los eventos o simplemente promover la causa. Lo importante es hacer algo de misericordia. A propósito, mañana inicia la cuaresma, tiempo de ayuno y sacrificio. Y como la tinta está fresca y la pluma afilada, mejor nos vemos el próximo martes. Antes o después, según se acomoden los toros en el ruedo… que hay muchos broncos y jinetes sin experiencia.