Por Yensuni López Aldape
La burla, ese arte sutil de ridiculizar, mofarse o menospreciar, parece haberse convertido en la herramienta predilecta de quienes se asoman al balcón del poder. Una forma de hacer reír, sí, pero a costa de humillar o despreciar a quienes, se supone, deberían estar bien informados. La burla puede ser tan ligera como un chiste de mal gusto o tan cruel como un insulto directo.
Recientemente, el alcalde Armando Reyna se lanzó a las redes sociales con un video de 50 segundos, proclamando con entusiasmo que comenzaba la restauración de la icónica escultura del limonero. Ah, el limonero, esa obra que parece estar a varios metros de la realidad, al igual que su alcalde cuando grabó su interacción para redes. En su breve alocución, mencionó agradecimientos al Colegio de Arquitectos y a la empresa Citrojugo, pero olvidó invitar a los medios, detallar en qué consistía la restauración y, por supuesto, no mencionó el presupuesto. ¿Para qué? Los detalles son tan aburridos.
Lo que vino después fue un festín de comentarios y memes en redes sociales, cuando los ciudadanos descubrieron que la obra se estaba pintando en un tono… ¡color tinto! Un color que, curiosamente, está más vinculado a su partido político que a la esencia del limonero. No es casualidad que los ciudadanos estén ariscos con el tema de colores, cuando estuvo el PRI, todo pintaba de rojo, Llegó el PAN y todos los espacios públicos eran azules, y podríamos hacer un recorrido por otros espacios que comienzan a ser tintos, la gente no dudó en que se atrevieran a pintar la escultura igual, así que no solo es desconocimiento, sino hartazgo.
Después de la tormenta de comentarios, el alcalde volvió a las redes con un “Paren Todo”, explicando que esa pintura era solo un “asegurar la menor oxidación” y que el verde limón original volvería a brillar. Pero lo más memorable fue su consejo: “no se dejen llevar por chismes o malos comentarios”. ¿En serio? Los malos entendidos, señor alcalde, surgen de la falta de información.
El hecho de que las autoridades actuales piensen que un video de TikTok es suficiente para informar a la población es, cuando menos, preocupante. 50 segundos no son suficientes para explicar lo que la gente necesita saber. No se trata solo de que la obra ya está en marcha y que eso es motivo de alegría. Hacerlo bien implica rendir cuentas y ser transparente. Acusar a los ciudadanos de chismosos por buscar información clara es una estrategia pobre que no resuelve nada.
La burla puede resultar efectiva para conseguir aplausos momentáneos de unos pocos, pero es una reacción inmadura que revela la escasa capacidad para cumplir con un deber básico: informar detalladamente. No se trata de ganar aplausos en un video de 50 segundos, sino de obtener el reconocimiento por un trabajo bien hecho, algo que los tecomenses merecen y que, sin duda, podría transformar la imagen del municipio.
Los medios, los que quisieron, fueron a buscar la información de manera directa porque ese es su trabajo, y ahí mismo en el lugar, la gente que pasaba pedía que quitaran el color o se reían, y no ameritaba la burla a su desconocimiento, ni siquiera de los trabajadores que explicaron detalladamente los pasos de la obra. Es algo que también tiene que ver con la educación.
Al final del día, lo que se necesita no son risas a expensas de la información, sino una comunicación honesta y efectiva. ¿Es mucho pedir?