Escribe Yensuni López
Informe Tecomán Parte 1
El informe de labores del alcalde Elías Lozano comenzó de manera formal. Como siempre, la exitosa participación del 88 Batallón de Infantería fue lo que más destacó, aportando solemnidad al ordinario comportamiento de los protagonistas. Después de seis años con un regidor como Sergio Anguiano, el alcalde pareció encontrar en el respaldo de su gente la serenidad necesaria para despedirse dignamente.
Si usted no asistió o no vio lo que ocurrió, aquí van los detalles, desde las trancas.
Los únicos regidores que hicieron uso de la voz fueron Laura Montes, del PRI, y Sergio Anguiano, del PAN. Los demás, como es habitual, optaron por el silencio, dedicándose a lucir su mejor imagen y a tomarse selfies para recordar su “extraordinario” trabajo, que básicamente consistió en levantar la mano. Un esfuerzo, sin duda, agotador.
Laura Montes, contundente en su discurso, criticó a nombre de la ciudadanía aquellos asuntos que, a pesar de contar con circunstancias favorables, no fueron atendidos en seis años: no hay nuevo panteón, no se compraron camiones para la recolección de basura, no se mejoraron las condiciones del relleno sanitario, ni se avanzó en la regularización de colonias, la modernización del rastro municipal o la iluminación de las calles.
Recalcó que es inadmisible que Tecomán enfrente un crédito fiscal de más de 100 millones de pesos, un cargo que le “tornará” a la siguiente administración pero que todos los tecomenses tendremos que asumir. También lamentó que cada tres años, se repitan los mismos patrones, y siempre hay personas cercanas que cobran como directores de área pero luego les acomodan el puesto para poderlos basificar. Porque sí, es cierto, Elías Lozano deja personas de su plantilla laboral basificadas, seguramente pronto sindicalidados, unas rayas más al tigre. Aquello que tanto señaló.
Luego fue el turno de Sergio Anguiano, a quien, por ser día de las luchas, llamaremos “El Demonio Azul”. Comenzó pidiendo un minuto de silencio por todas las mujeres asesinadas o desaparecidas durante este sexenio. Lamentablemente, solo una docena de personas se pusieron de pie, y tristemente también se demuestra cómo se utilizan estos temas tan sensibles como plataformas políticas. Los que no se levantaron probablemente pensaron en no “hacerle el caldo gordo” al regidor, pero también en no quedar mal con el papá gobernador presente. Se utilizó un tema delicado que merecía respeto hacia las familias de estas mujeres; el lugar no parecía el más apropiado para abordarlo.
El discurso del Demonio fue, en esencia, una repetición de críticas a la falta de medicamentos y las deficiencias del sistema de salud, todo enmarcado por un incidente peculiar: una “casi detención” por haber intentado ingresar huevos y pescado al lugar, situación que generó un espectáculo ordinario y vulgar.
En sus críticas, Anguiano señaló directamente a la gobernadora Indira Vizcaíno, hija del también presente Arnoldo Vizcaíno. La calificó como “la peor gobernadora de Colima”, y aunque no fue más allá, a un insulto, sus palabras lograron encender los ánimos. Don Arnoldo, visiblemente molesto, le gritó desde la primera fila “lávese la boca”, y tras un intercambio de palabras, se presentó como “un ciudadano de respeto”.
Más allá de la fuerte crítica del regidor, es comprensible el enojo de quien se siente aludido, pero sería bueno recordar que el respeto se construye, no se impone. Quien desea recibirlo, también debe ofrecerlo. Es irónico que se presente así, y con todo el pecho un hombre con poder como Arnoldo pida respeto cuando se expresó de manera despectiva sobre otra mujer política, “La que se alocó, pendejamente (sic), fue Griselda Martínez, sigue loca, pobrecita. Ayer se quiso apropiar de la visita del Secretario de Gobernación”.
Y en un giro del destino, los presentes, naturalmente afines al partido en el poder, cuestionaron al Demonio: “¿Y qué hizo usted?”. La respuesta a esta pregunta es crucial. Ojalá que todos los ciudadanos cuestionaran, no solo a los regidores que generan rechazo, sino a todos los que se sientan en esas sillas. Esta debería ser una práctica diaria, cada sesión, cada quincena.
“El Demonio” disfruta de la exhibición y siempre logra sacar de quicio a la gente. Lo hizo con el alcalde, lo hizo en el informe y también con Jaime Sotelo, quien se salió de su discurso para dar cifras electorales, tratando de decirle a Anguiano: “pero ganamos y la gente nos ama”, todo mientras sus piernas temblaban tras el podio, ¿nervios o coraje?, solo él podrá confirmarlo. Quizá por ello confundió el nombre del alcalde en tres ocasiones y felicitó a “Elías Martínez”, pero es solo una especulación.
Al final, al parecer tenía tantas ganas de ir a las luchas que no pude evitar imaginar a personajes como Alushe, Tinieblas, los brazos de oro y octagón. Tal vez eso me distrajo y no me permitió escuchar si el video del informe presentó datos concretos o si se trató simplemente de un espectáculo de despedida, como un episodio digno del Big Brother o la actual Casa de los Famosos.
Mientras tanto, la nostalgia me invadió, y en un rincón de mi mente resonaban los gritos de “Los rudos, los rudos, los rudos”, mientras en otro parte sonaba la canción: “Qué difícil se me hace mantenerme en ese viaje”.