El destino y la paternidad tienen formas misteriosas de entrelazarse, y la historia de Cornelio Castillo Campos es un testimonio conmovedor de esta realidad. Cornelio, un hombre que el 2 de febrero cumplió 74 años, encontró en el ocaso de su vida una razón para vivir, gracias a la llegada de su pequeño hijo, Jr Cornelio Castillo Medellín, hoy de apenas cinco años.
Nacido en Tonila y llevado por el destino a Tecomán, Cornelio es un papá soltero que ha vivido más de lo que muchos podrían imaginar. La madre de Junior, María del Socorro Medellín, enfrentó una dura batalla contra el cáncer, y en su afán de traer al mundo a su hijo, desafió las advertencias médicas que sugerían un aborto. Contra todo pronóstico, Jr nació de siete meses, saludable y hermoso, un milagro que no solo desafió las probabilidades médicas, sino que también se convirtió en la luz de la vida de Cornelio.
El hombre, camina de a poco apoyado en su bastón con una mano y sosteniendo a Junior con la otra, el corral está muy limpio pero lleno de juguetes, al fondo un pino de navidad adornado, porque en la casa de Cornelio siempre es navidad y siempre es día del niño. En el centro de todo hay una mesa que a pesar de estar rodeada de juguetes, el valor más preciado son dos fotografías, las de Socorro. Así, Cornelio le enseña a su hijo, que su mamá siempre está y estará presente.
Regresa a su silla y tomando al niño sobre sus cansadas piernas, nos cuenta con una honestidad desgarradora cómo la vida lo ha golpeado duramente, pero también cómo ha encontrado en su hijo una fuente inagotable de alegría y propósito. “Mi hijo es una bendición”, dice Cornelio, mientras explica que aunque su vida ha sido una serie de condiciones adversas, la llegada de Junior mejoró todo. Antes de su nacimiento, Cornelio luchaba con la depresión y el alcoholismo, pero la responsabilidad y el amor por su hijo lo rescataron de esos abismos oscuros.
La historia de Cornelio también es una de resiliencia y solidaridad. Enfrentando su propia incapacidad física, ya que no puede trabajar debido a problemas en las piernas, depende del apoyo del gobierno y de la generosidad de las personas que, tocadas por su historia, le ofrecen ayuda. Las hijas de Delfina Suárez, la mujer que cuidó temporalmente de Junior tras la muerte de su madre, juegan un papel crucial en su vida, apoyando a Cornelio en el cuidado diario de su hijo.
Delfina también murió hace un par de años y Olga, su hija, es quien ayuda a don Cornelio con la tarea, ella lleva al menor a la Casa Hogar muy temprano y ya por la tarde lo recoge de la casa de su papá, luego se lo lleva los fines de semana, Cornelio dice “Me ayudan mucho, yo no puedo moverme tanto. Cuando fui a la Casa Hogar les dije que me da pena que el niño perdió sus dos mamás, y me dijeron que ahí todas iban a ser sus mamás, y sí es así, me lo quieren mucho a mi niño”.
Cada día, Cornelio espera con ansias la hora de recoger a su hijo de la Casa Hogar. Aunque tiene que depender de una carriola para moverse, el tiempo que pasa con Jr, bañándolo, cambiándolo y asegurándose de que está bien cuidado, le da una alegría y un sentido de propósito que nada más en su vida podría ofrecer. “Yo vivo muy alegre, más alegre porque él me está dando vida”, confiesa Cornelio, subrayando cómo su hijo lo ha salvado de la desesperación.
En una sociedad donde a menudo se pasa por alto el valor de los ancianos y los desafíos de la paternidad tardía, la historia de Cornelio es un llamado a la reflexión y a la empatía. Su vida es un recordatorio poderoso de que nunca es tarde para encontrar un propósito, de que el amor puede sanar incluso las heridas más profundas y de que el apoyo entre vecinos, amigos y gente solidaria puede hacer una diferencia crucial.
“Aquí le traen la gente juguetes, y yo estoy pendiente de comprarle ropita, uniformes, de tenerle aquí limpio y bendito Dios está sanito y es muy listo. A veces hay gente que da uno de 500 y yo digo que Gracias a Dios que puedo comprarle algo a mi niño, porque yo vivo feliz, soy muy feliz”.
Este Día del Padre, celebremos a los padres como Cornelio, que enfrentan la vida con valentía y amor incondicional. Que su historia nos inspire a valorar y apoyar a aquellos que, a pesar de las adversidades, encuentran en la paternidad una razón para vivir y prosperar. Cornelio, con su pequeño Jr, nos muestra que el amor verdadero no tiene edad y que, a veces, las bendiciones más grandes llegan en los momentos más inesperados.