Sea como fuere, quien merece estar feliz después de estas elecciones es la gobernadora Indira Vizcaíno. Morena, su partido y del cual es la máxima líder en el estado, arrasó en las pasadas votaciones, en congresos federales, congreso local y en la mayoría de los municipios. Alguien podría decir que esto fue pese a la desatada violencia que vivimos, y diría bien, pero aun con todo eso el triunfo electoral morenista es inobjetable, y eso debe tener contentos a todos los morenistas, pero también debe haber prudencia porque, como lo vimos con el PRI o el propio PAN, no todo es para siempre y no todos están de acuerdo con ese proyecto, también hay mucho desánimo por parte de un sector amplio de la población y éste no debe pasar indiferente.
Más allá incluso de los programas sociales, tan efectivos, o incluso gracias a los programas sociales, Morena se ha convertido en una marca de marcas, por un lado, pero también en un partido (nos lo acaban de decir estas elecciones) que sigue siendo pese a todo una opción mejor para la mayoría de los ciudadanos que los otros dos partidos mayoritarios, PRI y PAN, por lo menos en nuestra entidad, donde el PRI gobernó por casi noventa años y ahora no es más que un reducto de un par de familias que se reparten el poder como se reparten las barajas en un juego de cartas, y para allá va que vuela el PAN también. Por eso volvió a arrasar Morena: porque la ahora oposición más fuerte (el PRI y el PAN) no han querido refundirse y transformarse de verdad, y entonces les va como les va. Nunca se animaron a hacer cambios de fondo, siguen repitiendo sus mismas fórmulas y la ciudadanía, con rabia, les dijo otra vez que no.
La gobernadora Indira Vizcaíno ha resultado más efectiva de lo que le remilgan sus detractores políticos, quienes no han podido hacer agua en su embarcación. Junto con López Obrador, la Ejecutiva estatal le ha tapado la boca a todos aquellos que la han criticado de ineficiente e inoperante. No hay tal: la mandataria colimense aprendió bien su lección e hizo bien su trabajo y ahí están los resultados. Y la oposición no puede de nuevo justificar su derrota sino utilizar los reductos que le quedaron (Colima, La Villa, Coquimatlán) para hacer un extraordinario trabajo que le dé el pase de entrada a la madre de todas las batallas en nuestro estado: la gubernatura de 2027. La marca de Morena está todavía vigente y no ha sido difícil constatarlo: los políticos que estaban bien posicionados en Morena y que tuvieron que salirse por pleitos con la gobernadora Indira Vizcaíno (como la propia Griselda Martínez y Martha Zepeda del Toro), perdieron, y no por poquito.
En cambio, los que vinieron de otras desgastadas marcas o de una historia personal cuestionada (como en el caso de Locho Morán), ganaron. No eres tú sino la marca, es lo que deben de decirse muchos de estos candidatos ganadores. La marca no hará sino que empiecen a surgir en Morena tribus más beligerantes que, de no contenerlas a tiempo, pueden terminar pulverizando el proyecto de 2027, en el que la gobernadora Indira Vizcaíno seguro querrá entregar, como lo hizo López Obrador con Sheinbaum, buenas cuentas a su sucesor o sucesora.
Bendita la marca, que le salvó el pellejo a muchos, y pobre de la oposición que sigue sin entender la aritmética. Ojalá que el camino hacia el 2027 sea propicio para que ni se confíen los morenistas ni tampoco se les duerma el gallo a la oposición, la cual tiene un compromiso grande que cumplir con una ciudadanía que sigue guardándole en el pecho un enorme resentimiento.