Estación Sufragio

El agua envenenada

 Adalberto Carvajal Berber  Opinión

El estudio “Riesgos potenciales de salud por consumo de agua con arsénico en Colima, México” tuvo un objetivo: “Estimar los riesgos potenciales de salud debidos a la ingestión crónica de arsénico (As)” en el agua de pozo en nuestro estado.

Para ello: “Se muestrearon aleatoriamente 36 pozos en 10 acuíferos locales. El análisis se hizo mediante ICP-OES siguiendo estándares internacionales. Se realizó una interpolación geoestadística con ArcGIS, implementando un modelo de ponderación del inverso de la distancia, para estimar la ruta de exposición de consumo en cada localidad. Se calcularon los coeficientes de peligro (HQ) y riesgo carcinogénico (R)”.

Y los resultados obtenidos fueron que: “El HQ promedio ponderado de As para Colima es 2.41. Existen valores de HQ>1 para As que indican efectos adversos no carcinogénicos para la salud por ingestión continua y prolongada de agua; esto podría afectar a 183, 832 individuos en el estado. El riesgo calculado de desarrollar cáncer debido a las concentraciones de arsénico en aguas subterráneas (R) es de 1.089E-3; estadísticamente esto podría ocasionar 446 casos de cáncer”.

Por lo tanto, la conclusión es que: “Los niveles actuales de arsénico en el agua de pozo incrementan los riesgos carcinogénicos y no carcinogénicos de salud humana en Colima”.

Eso es lo que indica el resumen (abstract) del documento que fue publicado en la revista del Instituto Nacional de Salud (Volumen 59, Número 1, Enero-Febrero de 2017), cuya autoría corresponde a los investigadores de la Universidad de Colima, Julián Barrón-Quintana, Herguin Benjamin Cuevas-Arellano, Pilar Escalante-Minakata, Ramón Solano-Barajas y Oliver Mendoza-Cano, este último además, junto a Ramón Alberto Sánchez-Piña, adscrito al Center for Health and the Global Environment, Department of Environmental Health, Harvard TH Chan School of Public Health, en Boston.

Al final del estudio, los científicos de la Universidad de Colima tuvieron cuidado en aclarar que: “Los porcentajes de pozos que incumplieron con los límites de As varían significativamente dependiendo de si se aplica la norma mexicana o las normas internacionales”.

Esto es: “La norma oficial mexicana (NOM-127-SSA1-1994) establece un máximo permisible de 0.025 mg/L, mientras que el límite permisible por la OMS y la USEPA es de 0.01 mg/L; por lo cual sería conveniente evaluar los impactos económicos y de salud, además de homologar este límite con el resto del mundo, medida que requeriría de un estudio a nivel nacional”.

El dato es importante porque: “De haberse tomado como referencia el límite permitido para As por la OMS y la U.S. EPA (de 0.01 mg/L) en el agua potable, únicamente el nivel más bajo de As hubiera estado dentro del rango aceptable; los cuatro niveles restantes presentaron concentraciones por encima de ese parámetro internacional, incluso el nivel de concentración más alto presentó rangos ocho veces más altos que el parámetro marcado”.

Ahora bien: “Con respecto a los niveles de As analizados conforme a la NOM-127-SSA1-1994, se observaron concentraciones de arsénico fuera de norma en dos pozos ubicados en el centro de la ciudad de Colima, con alta densidad poblacional. Lo anterior originó que el factor de riesgo se incrementara en la determinación estatal”.

Sería importante saber cuáles son eso esos dos pozos y a qué zonas de la capital llega esa agua, porque: “Se estimó que 446 personas se encontraban potencialmente en riesgo de presentar algún tipo de cáncer por el consumo crónico de arsénico, sin embargo, esto no necesariamente indica que la enfermedad se presentará. Algunas personas que desarrollan la enfermedad puede que tengan pocos o ninguno de los factores de riesgo conocidos”.

AGUA QUEMADA:

Independientemente de la interpretación que hizo la prensa de los resultados del estudio, se trata de una investigación científica, publicada en una revista arbitrada, cuyos resultados deberían servir como referencia para futuras investigaciones porque fueron obtenidos con base en una metodología.

No obstante, la Comisión Estatal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Coespris) hizo una declaración desconcertante, al afirmar que el estudio “no tiene fundamento legal ni validez oficial… toda vez que los resultados de este análisis provinieron de un laboratorio que no funge como tercer autorizado”.

Es decir, las muestras del citado estudio que se realizó en 2013 en 8 municipios y 36 fuentes de abastecimiento de agua, fueron enviadas al Laboratorio Nacional de Biotecnología Agrícola Médica y Ambiental, que no funge como tercero autorizado.

La Cofepris cita el estudio de un laboratorio (ABC) que sí es tercer autorizado, cuyos resultados dictaminaron como “no detectado” arsénico en el agua de pozo. “Es decir, se descarta por completo que el agua de Colima esté contaminada de arsénico o de cualquier otro mineral”.

Según la Cofepris, “el Sistema Federal Sanitario cuenta con un proyecto de Calidad Fisicoquímica del Agua, en el que se determinan los tres parámetros contaminantes en el agua: Flúor, Plomo y Arsénico, y de acuerdo a los Mapas de Riesgos de la Comisión Nacional del Agua, nuestro estado no se considera de riesgo por estos contaminantes”.

Curiosamente, el estado de Jalisco que abraza el territorio de Colima sí aparece en el mapa elaborado por la Gerencia de Saneamiento y Calidad del Agua de la Conagua, como zona de estado como una zona con presencia de arsénico en sus acuíferos. Y en Jalisco nace el río Ayuquilla (en El Grullo) que se prolonga hacia el territorio de Colima como río Armería, cuyos niveles de contaminación por metales pesados está documentada por la Comisión de la Cuenca del Río Ayuquilla-Armería.

Lo que no está claro son las fuentes de esa contaminación. Se especula que la actividad volcánica contribuye a que haya presencia de estas sustancias. Pero también pudiera ser el efecto de una actividad agrícola sustentada en el uso intensivo de agroquímicos como fertilizantes y plaguicidas, que toma agua del río y luego la devuelve. Cuando no esos metales pesados sean desechos de la industria azucarera.

En las redes sociales muchos colimenses se preguntan si esa contaminación de las aguas corrientes afecta a los mantos acuíferos, esto es, si el agua del manantial de Zacualpan está libre de metales pesados. Cuando se enteró de lo que arrastra el río Armería, un buen amigo mío dejó de comprar garrafones de agua embotellada en Colima, porque estaba seguro que la purificación no eliminaba esos componentes cancerígenos. Y a partir de entonces consumió sólo botellas de agua procesadas en otras partes del país.

Aunque descalifica al laboratorio que procesó las muestras, la Cofepris no pudo menos que hacer sonar las alarmas. Y ya anunció que solicitará a los organismos operadores de agua referidos (en concreto a la Ciapacov) que “realicen un análisis de los parámetros que se establecen en la Modificación a la citada NOM-127-SSA-1994”. 

AGUA DE TLACOTE:

Siendo los autores del estudio en su mayoría investigadores de la Universidad de Colima (de la Facultad de Ingeniería Civil y la de la Ciencias), el pánico generado por la difusión de los resultados obligaron a la máxima casa de estudios del estado a fijar una posición sobre los riesgos que conlleva el consumo de agua potable en Colima.

Alfredo Aranda Fernández, coordinador general de Investigación Científica de la UdeC, dijo en entrevista que el texto del artículo “Riesgos potenciales de salud por consumo de agua con arsénico en Colima, México”, publicado por la revista Salud Pública de México, “presenta algunos problemas de interpretación” y que por eso mismo “no es concluyente”.

Aranda fue duro con sus colegas, y se arriesga a que lo refuten porque él podrá ser coordinador general de Investigación Científica pero no es un especialista en estas materias (su área de investigación es la Física de Partículas), mientras que los firmantes del estudio tienen sus respectivos doctorados en Ciencias Médicas, Ciencias del Ambiente, Ciencias de la Tierra, Biotecnología o Teledeteccción.

Sin embargo, con la autoridad administrativa que le da el cargo, Alfredo Aranda afirma que al estar mal realizadas algunas interpretaciones en el artículo, las conclusiones a las que llegaron sus autores no son válidas. Error de interpretación, aclaró, “no significa que los investigadores hayan querido mentir; se equivocaron, nada más, es algo que sucede comúnmente”.

No es para tanto, matiza: “el conocimiento se va construyendo a través de cometer errores e irlos corrigiendo”. El problema en este caso es que el tema se relaciona con la salud. Y ante lo delicado, lo que se hizo antes de emitir algún juicio rápido, fue enviar el estudio a otros investigadores, expertos en estadística, para que lo revisaran. Con las respuestas enviadas por los expertos, que no se dan pronto, se tomó entonces una posición institucional, “sobre todo por las repercusiones que esto tiene a nivel social”.

MÁS CLARO, NI EL AGUA:

¿Qué sacamos en claro de todo esto? Que la norma mexicana, como en otros aspectos ambientales, es mucho más laxa que la internacional, según se cree para atraer inversiones y, quizá, para evitar incurrir conscientemente en situaciones que están dañando los ecosistemas y afectando a las poblaciones humanas.

En todo caso, lo que sabemos es que si usted toma agua de alguno de los dos pozos del centro capitalino, cuyos niveles de arsénico superan no sólo la concentración permitida por la Organización Mundial de la Salud, sino también por la Norma Oficial Mexicana, puede que se enferme de cáncer, puede que no, todo depende de sus propios factores de riesgo.

Es urgente que la Universidad de Colima inicie un nuevo proyecto de investigación sobre la calidad del agua para consumo humano en Colima, que corrija los resultados obtenidos por este primer equipo multidisciplinario… o los confirme. El prestigio de sus académicos y su pertinencia como institución que genera conocimiento científico para el servicio de la sociedad que la sostiene con sus impuestos, lo demanda.

Cfr. http://saludpublica.mx/index.php/spm/article/view/8413/11003

bv