Estación Sufragio

Política, pero académica

 Adalberto Carvajal Berber  Opinión

La Universidad de Colima está lejos de ser aquella universidad-partido que modeló el llamado Grupo Universidad para capitalizar políticamente la presencia de la casa de estudios en la sociedad colimense, siendo parte de las estructuras del Revolucionario Institucional, auténtico partido de Estado.

Militar en el tricolor fue la estrategia del entonces líder moral del movimiento estudiantil y luego rector durante una década, Humberto Silva Ochoa, para conseguir cargos de elección popular para los integrantes de su grupo. Sin embargo, sostenía HSO, las diputaciones federales y locales, eventualmente alguna alcaldía y hasta la Gubernatura que finalmente obtuvo Fernando Moreno en 1997, no se buscaron como un botín político para repartir entre sus cuadros, sino como una manera de fortalecer políticamente a la comunidad universitaria colimense.

No olvidemos que hasta el 2000, los rectores operaron en la lógica de un sistema de poder que privilegiaba la integración de las universidades públicas al régimen presidencialista, y desalentaba (por no decir que castigaba presupuestalmente) la posibilidad de que estas instituciones de educación superior fueran tomadas por grupos radicales.

Sin duda la de Colima ha sido una universidad del PRI, en la que si bien hubo cabida para expresiones de izquierda éstas no fueron encarnadas por los cuadros dirigentes como sí ocurrió en la Universidad de Guadalajara –a menos que consideremos seriamente la retórica lopezobradorista que en algún momento (2006) hizo suya la cúpula del Sindicato Único de Trabajadores; como sea, hoy en día Morena ya no tiene vínculos con el SUTUC.

En la conducción de la UdeC tampoco consiguieron posicionarse los panistas, aunque un buen número de catedráticos e investigadores se revelaron como simpatizantes e incluso como activos de Acción Nacional cuando el blanquiazul se convirtió con Vicente Fox en partido gobernante.

Después de la derrota del tricolor en la elección presidencial, cambió la democracia mexicana y la Universidad de Colima también cambió, especialmente en lo que se refiere a la apertura del claustro a las más diversas ideologías partidistas. Durante los años de esplendor priista, la democracia no era formal sino efectiva, y estaba basada en un sistema de cuotas de poder sectoriales, gremiales y grupales, para beneficio de las fuerzas vivas de la Revolución.

En esos años ochenta, cuando los votos todavía no se contaban, la UdeC se planteó dos desafíos: probar que podía crecer como institución académica y aspirar a convertirse en el modelo de universidad regional que el gobierno federal buscaba impulsar en el occidente del país. Para hacer viables estas metas, los universitarios colimenses debieron primeramente acreditar ante el sistema político mexicano que no eran un potencial foco de disidencia ni, mucho menos, un centro de movilización guerrillera.

Más tarde tuvieron que luchar con las autoridades educativas de la República con otras causas, por ejemplo, para conservar los bachilleratos técnicos, sostener las carreras del área de Humanidades o mantener las cuotas en una proporción adecuada para el nivel de ingresos de las familias colimenses.

Los universitarios colimenses debieron resistir la presión federal de estandarizar las preparatorias generales, erradicar toda licenciatura que no estuviesen pidiendo los sectores productivos o subir los aranceles para que, en esa misma proporción, aumentaran los subsidios.

Hoy la UdeC proclama ser una institución apartidista y abierta a la pluralidad política, una universidad que asume su papel como espacio para la reflexión de las distintas propuestas electorales. Así lo reconoció el Instituto Nacional de Elecciones cuando la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Televisión Universitaria y otras dependencias de la casa de estudios realizaron el debate entre los candidatos a la Gubernatura en la elección ordinaria de 2015.

Al hablar con el círculo de analistas políticos sobre los logros de su primer periodo y los desafíos de sus siguientes cuatro años, el rector José Eduardo Hernández Nava delineó lo que será la participación de la Universidad de Colima en los procesos electorales concurrentes de 2018: garantizar la apertura a los partidos políticos para que la comunidad universitaria pueda conocer sus propuestas.

Enfatizó su compromiso a hacer política en la Universidad, pero solo política académica. Y en el cumplimiento de su función sustantiva de proyección social, en todo caso hacer política comunitaria con un enfoque hacia el desarrollo de la familia. Con una especial atención a los estudiantes con discapacidad.

Por definición, como centros de saber, en las universidades es donde se deben dar los coloquios de mayor altura sobre la problemática local, nacional y mundial. Es justo que también la UdeC aspire a albergar una lucha política y electoral del más alto nivel.

Mi correo: carvajalberber@gmail.com. También puede leer esta columna en el sitio web de Carvajal Berber: www.aabc2.com

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