Ahora resulta que todos los
partidos políticos están a favor de la austeridad, ahora resulta que todos los
diputados locales están dispuestos a renunciar a sus vales de gasolina, ahora
resulta que el Instituto Nacional Electoral (INE) revoca la construcción de su
nuevo edificio y la petición de iPhone´s 7 para los consejeros. Todo por el
escarnio social.
Ciertamente, estas acciones
son logros de la presión que se ha ejercido por parte de los ciudadanos, de la
indignación que provoca que el pueblo deba ajustarse el cinturón, pero no haya
verdaderos planes de autoridad en su gobierno. Este es un ejemplo de que
organizados y exigiendo, se puede presionar a los actores políticos a actuar
con mayor congruencia.
Sin embargo, en la otra cara
de la moneda, me parece lamentable que sea necesario que el pueblo vigile
meticuloso de las acciones de nuestros representantes populares, para vida de que
actúen con congruencia, vamos, hasta con decencia. Para mí, así no vale. No
debemos reconocerles que cambien de opinión por la presión ciudadana.
Pero lo que sí debemos
reconocer, son esos políticos, muchas veces silenciosos, que sin estar en
puntos coyunturales del acontecer social, sin necesidad de protestas de la
ciudadanía, y sin afán de atraer reflectores mediáticos o ‘solidarizarse’ con
los electores, toman decisiones para reducir sus beneficios.
Aunque hay más casos,
mencionaré dos ejemplos, uno del PRI y otro del PAN.
En el caso del
Revolucionario Institucional, se trata del diputado Octavio Tintos, que desde
que la 58 Legislatura Local, en octubre del año 2015, dona a diversas
asociaciones civiles del municipio de Cuauhtémoc y a personas con problemas
renales y de cáncer, los vales de gasolina que le entrega el Congreso del
Estado.
Por el albiazul, destaco el
caso del alcalde de Cuauhtémoc, Rafael Mendoza, y su Cabildo, quienes no
cuentan con vales de gasolina, cada quien los paga con su sueldo; además
disminuyeron sus salarios y renunciaron a la mitad de su aguinaldo,
convirtiendo el recurso ahorrado en programas sociales para toda la población.
Con esto quiero evidenciar
que lo malo, así como lo bueno, no es privativo de un partido político, de una
generación, o de un lugar, sino más bien, del verdadero compromiso por el
servicio que tengan los servidores públicos. No dejemos de exigir, pero
observemos bien quienes actúan acorde con el sentir ciudadano, sin necesidad de
obligarlos a hacerlo.
Punto
y aparte
Urge
que el Gobierno escuche y atienda las exigencias de los cuerpos policiacos,
abusados en sus derechos laborales –y hasta en los humanos–. Si no ¿quién podrá
defendernos?
*Comentarios al
correo electrónico rolandonotas@gmail.com
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