Será a principios de junio cuando se lleve a cabo la
inminente elección del Sindicato Único de Trabajadores de la Universidad de
Colima (SUTUC) y, aunque no lo parezca, es un acontecimiento crucial para la
estabilidad laboral futura de nuestra máxima casa de estudios, de ahí la
importancia de elegir a la planilla que garantice la continuidad de esta
estabilidad laboral y sindical.
Aunque en toda democracia será muy difícil conseguir el cien
por ciento de las simpatías en una elección, está más que claro en esta ocasión
que la planilla que representa una salvaguardia de cualquier amenaza
desestabilizadora de la vida interna de la comunidad universitaria es la que
encabeza el actual líder sindical Luis Enrique Zamorano y su planilla “Con
experiencia y resultados, juntos somos SUTUC”, en la cual alcanzo a reconocer a
muchos universitarios (colegas míos algunos, como Karina Espinoza en la
Secretaría para los Asuntos de Género o Guillermo Torres en la de Comunicación
Social) de probada entrega y compromiso institucional.
Lamentablemente, la planilla rival, que pudo haberse erigido
como una opción real y atractiva para esta renovación del SUTUC, se rindió ante
la tentación del juego político perverso y terminó siendo integrada por muchos
personajes ligados no sólo a ese grupo de Morena (Vladimir Parra y Cía) que ha
intentado por todos los medios violentar la autonomía universitaria a través de
su malograda iniciativa de reforma a la Ley Orgánica sino también está
estrechamente relacionada con el ex-líder sindical y ex-huelguista Leonardo
Guitiérrez Chávez y sus cómplices (algunas ex universitarias hoy también
morenistas como Marisa Mesina o Caty Suárez), quienes han buscado
empecinadamente no sólo dañar la imagen universitaria sino incluso denigrar los
bien merecidos logros de muchos miembros de su comunidad, todo con el avieso
fin de recuperar los privilegios perdidos.
Para las nuevas generaciones de universitarios que conocen
poco de la historia de nuestra universidad, es importante decir que el padre de
Marisa Mesina (hoy, por cierto, candidata a diputada local por Morena en el
Distrito 2) fue Juan Mesina Alatorre, quien fuera curiosamente líder del SUTUC
por diecisiete años (de 1980-1997), tiempo durante el cual se le acusó de
tráfico de influencias y nepotismo por beneficiar a muchos familiares y amigos
para laborar en nuestra máxima casa de estudios y otras instituciones
educativas, beneficios de los cuales también gozó ampliamente la propia Marisa
Mesina, ahora nostálgica de tales canonjías.
Por eso, los integrantes de esta planilla, encabezada por el
profesor César Vázquez Jiménez, quien cuenta con casi nula experiencia
sindical, no buscan tener una ascendencia universitaria real, pues nunca han
participado en ninguna negociación salarial con la autoridad, o se han
interesado realmente por debatir el
Contrato Colectivo, mucho menos tendieron redes de diálogo para resolver
problemáticas de los trabajadores, pero sí, en cambio, han demostrado estar
prestos para apoyar las acciones golpistas de Morena y los personajes ligados
con este partido con el objetivo de hacerse otra vez de cotos de poder al
interior de la vida universitaria que les permitan recuperar de nuevo sus
prebendas personales y de grupo, y no tanto para beneficiar a los trabajadores
universitarios o contribuir a seguir dándole lustre a nuestra institución, que
también de eso se trata la vida sindical.
La planilla que
encabeza Luis Enrique Zamorano Manríquez no hará sino refrendar, sin duda, el
trabajo que Zamorano Manríquez ya garantizó en el periodo pasado y que, entre
otros muchos beneficios logrados para los trabajadores, está el hecho de que no
hubo nunca durante su gestión ningún escándalo financiero ni acusaciones de
corrupción o actos antidemocráticos como los que se le señalaron a la gestión del ex líder Leonardo Gutiérrez, los
cuales le fueron reclamados en su momento por un colectivo de universitarios y
posteriormente difundidos en los medios de comunicación.
Esperemos, pues, que la comunidad universitaria, siempre
perspicaz, sepa reconocer dónde está lo que conviene y dónde está lo que no
conviene para el futuro de nuestra institución y se asegure de que el próximo
liderazgo sindical no recaiga en las manos incorrectas.