Estación Sufragio

El retorno del que nunca se fue

 Adalberto Carvajal Berber  Opinión

Un adelanto del papel que jugará Fernando Moreno Peña en las elecciones de 2018, lo dio el propio exgobernador al auto-destaparse como candidato al Senado.

Previo a su registro ante los órganos del Partido Revolucionario Institucional, FMP hizo un tour de medios en el que dejó establecido que, según las encuestas de las que disponía, la figura más rentable de quienes aspiraban a ocupar la segunda posición en la fórmula a la Cámara Alta que integraron PRI y Partido Verde, era nada menos que él.

Actuando literalmente como delegado del CEN del PRI, Fernando Moreno hizo en Colima la chamba que le habían designado hacer… en Veracruz: decir a los suspirantes –José Manuel Romero y Enrique Rojas– por qué ninguno de ellos iba a ser candidato a la senaduría.

En ese momento, se pensaba que al exrector de la Universidad de Colima le habían encomendado alinearlos, apelando a la autoridad moral que pudiera tener sobre el ex director del Imjuve y el diputado federal, al haber sido Fernando quien impulsó en sus inicios la carrera política de estos jóvenes.

Luego se vio que la concesión de la candidatura implicaba una primera tarea ingrata: decir a sus exalumnos que no tendrán oportunidad de contender por el Senado, ya que el turno es del maestro.

Los mismos estudios de opinión que mostraron a FMP como el político mejor posicionado entre los priistas, seguramente contienen los datos acerca del porcentaje de negativos que tendrá como candidato, pero eso ahora no le importa a la cúpula del tricolor.

El exmandatario fue bien recibido por sus correligionarios, quienes le habían venido aplaudiendo con creciente entusiasmo en los actos del Partido que ha habido desde 2015. Una percepción generalizada lo dice todo: el priista típico, incluso los que alguna vez lucharon contra Fernando, están convencidos que Moreno Peña sí cumple sus acuerdos, en contraste con las indecisiones que han caracterizado la conducta política del gobernador Ignacio Peralta.

LA REVANCHA DE LA REVANCHA:

La imagen de Fernando como estadista se creció, además, por el contraste con los dos ex gobernadores anteriores a Nacho, Silverio Cavazos y Mario Anguiano, contra quienes Moreno Peña luchó abiertamente.

Silverio murió, como se sabe, en un atentado similar al que sufrió Fernando, siendo ambos ya exgobernadores. Pero además de haberse sobrepuesto a cinco heridas de bala, Moreno Peña puede presumir de haber derrotado históricamente el proyecto continuista de Anguiano Moreno.

Al competir por la gubernatura en 2009, Mario encarnaba entre otras cosas la revancha del grupo de Jesús Orozco Alfaro, descarrilado en la carrera a la gubernatura de 1997 cuando el presidente Ernesto Zedillo optó por el entonces rector de la UdeC.

Los priistas reciben bien a Fernando como virtual jefe de la campaña, por la misma razón por la que en la oposición panista y morenista están preocupados: Moreno Peña garantiza en el oficialismo cierto liderazgo, el mismo que el gobernador Peralta se niega a asumir, ya sea por una convicción democrática, por una falta de identificación con el PRI o por simple estrategia electoral.

La verdad es que si el tricolor recupera las posiciones que perdió hace tres años, el mérito será para el jefe nato del Partido, es decir, Nacho. Pero si la coalición con el Verde no rinde buenas cuentas a José Antonio Meade, siempre se puede culpar a Fernando Moreno.

La oposición tiene otros motivos para estar nerviosa. FMP es un político de la vieja escuela, de los que no creen en la alternancia como garantía de la transición democrática, de los que no dan cuartel, de los que buscan el carro completo (aunque en las elecciones que le tocaron como líder del PRI estuvo lejos de conseguirlo), de los que hacen uso de todos los recursos para obtener votos y, sobre todo, para que sus adversarios no los obtengan.

TRABAJO AL CIEN POR CIENTO:

Es probable que Fernando sea candidato al Senado por la vía de mayoría relativa, simplemente porque las posiciones en el PRI con posibilidades reales de ocupar un escaño por lista nacional son contadas.

Es alto el número de exgobernadores que quisieran tener fuero, especialmente ante la eventualidad de que el nuevo presidente de la república sea López Obrador o Ricardo Anaya.

Lo ideal para el priismo colimense hubiera sido asegurar un lugar en el Cámara Alta para el exgobernador, y que la senaduría de mayoría fuera para alguno de los cuadros con pretensiones de buscar la gubernatura en 2021.

Si gana la fórmula que encabeza la expanista Gabriela Benavides, como candidata del PVEM, Fernando se sentará en el mismo escaño que ocupa su esposa Hilda Ceballos desde que la titular, Mely Romero, solicitó licencia para asumir una subsecretaría en Sagarpa.

En la senaduría que le toca al PRI podría haber estado un político que sí pueda ser candidato a Gobernador, porque para ese cargo no hay reelección.

Por lo demás, colocar a Fernando en la fórmula de senadores es la manera de comprometerlo a poner su capital político, experiencia y ambición al servicio del proyecto futurista que han construido Ignacio Peralta y Virgilio Mendoza.

FMP está obligado a hacer todo su esfuerzo en la campaña, porque para él no habrá premio de consolación. Si quedan en segundo lugar, Gabriela Benavides será senadora por la primera minoría.

Pese a las dificultades logísticas que supone hacer campaña rodeado del dispositivo de seguridad que lo acompaña desde el atentado, Fernando garantiza para el PRI cierta ventaja en la polémica.

Será él y no Gabriela Benavides quien debata con los candidatos de la oposición; a él le tocará tratar con rudeza a los voceros de la oposición que intenten subrayar las contradicciones de una fórmula electoral en donde, la ideología y la trayectoria de partido, valen nada frente al pragmatismo como forma de mantener el poder y cuidar los intereses del grupo gobernante.

EL MAGISTERIO, AL MARGEN:

Por cierto, con Mely Romero y Pico Zepeda como candidatos a la diputación federal por los dos distritos que comprende Colima, no quedó nada tampoco para Nueva Alianza en esta ecuación.

El Panal decidió no ir con la coalición PRI-Verde en los comicios para ayuntamientos y Congreso local. Pero está asociado con ellos en el proyecto de llevar a Meade a Los Pinos. En el contexto local, se ve complicado que los maestros operen políticamente para una fórmula de candidatos que nada les ofrece.

bv