Estación Sufragio

Huele a santo

 Adalberto Carvajal Berber  Opinión
Divertida y sumamente reveladora ha sido la polémica entre los detractores de Arnoldo Ochoa González y los amigos que el secretario general de Gobierno todavía tiene en la prensa de opinión.

Con morbo, el intercambio epistolar resulta entretenido por la virulencia con la que se le atribuyen a AOG defectos y la generosidad con la que se otorgan virtudes. Según unos, es poco menos que un criminal de guerra; según otros, huele a santo.

Para unos, el Güero Ochoa es un político anacrónico de pasado porril, cuyos mejores servicios al poder los ha prestado dando manotazos. Para otros es un conciliador nato, el funcionario políticamente más experimentado del gabinete.

Desde ambos frentes le atribuyen una cercanía al mandatario estatal. Sus malquerientes señalan los añejos vínculos que AOG tiene con Héctor Sánchez de la Madrid, tío materno de Ignacio Peralta. Sus panegiristas, en cambio, no vacilan al afirmar que es el hombre de todas las confianzas del Gobernador.

Tantos insultos y elogios desmedidos evidencian que el secretario general de Gobierno se encuentra ante una encrucijada que, por un lado, lo podría llevar fuera de la administración, aunque, por el otro, sus camaradas han planteado incluso la posibilidad de que Arnoldo asuma como gobernador sustituto, en el supuesto caso que JIPS se integre al equipo presidencial antes de que termine este sexenio o en el arranque del próximo periodo.

Según los amigos de Ochoa González, es esta eventualidad la que desató la campaña de desprestigio que varios columnistas de forma aparentemente coordinada lanzaron en contra del secretario general de Gobierno. Mas, si hemos de ser sinceros, esta campaña se desató luego que Arnoldo iniciara un tour de medios para promocionar su trabajo. 

Antes de eso, Ochoa era blanco recurrente de ataques en algunos espacios porque es presa fácil y, en general, su gestión como supuesto jefe de gabinete ha dejado mucho que desear. Pero el vendaval que se desató en las redes sociales y le azotó la cara, fue una reacción a esa gira autopublicitaria.

Así que la pregunta no es por qué se ataca a Arnoldo en la prensa digital sino: ¿qué motivó ese periplo por los medios en el que Ochoa González quiso llamar la atención sobre sus resultados como colaborador de José Ignacio Peralta y quiso, especialmente, recordar la importancia de su presencia en el gabinete?

El Güero debería estar agradecido con todos aquellos que se ensañaron con su edad, el alcohol que supuestamente ingiere y una presumible diabetes, o los que dieron por hecho en declaraciones, artículos y comentarios que no pasó la evaluación de control de confianza que la Secretaría de Gobernación aplica a todos los servidores públicos relacionados con el área de seguridad nacional e interior.

Gracias a estas especulaciones, un sector de la opinión pública tiende a pensar que Arnoldo Ochoa está más fuerte que nunca, lo que volvería prioridad para los enemigos del Gobernador desbarrancar a su paladín. 

Sin embargo, una clase política que sabe leer entre líneas, con cada perorata a favor del Güero se convence más que su nombramiento en la Secretaría General de Gobierno pende de un hilo.

La permanencia de Ochoa González no está amenazada desde afuera sino desde adentro del propio gabinete. Como dijo el colega Juan Ramón Negrete, a alguien le preocupa que Arnoldo pueda sustituir a Ignacio Peralta en caso de que el mandatario pida licencia para separarse del cargo, pero no son los periodistas los que tienen el poder de removerlo con sus textos sino sus propios compañeros de gabinete cuando le hablan al oído al Gobernador.

Nada puede parecerles más alejado del proyecto modernizador y reformista de Ignacio Peralta, totalmente pragmático y eficientista, a quienes realmente conforman el equipo de Ignacio Peralta en el gabinete, que la posibilidad de que el Güero concluya el sexenio como gobernador sustituto.

Mientras tanto, pese a sus encarecidas cualidades como operador político, Arnoldo no es el tipo de secretario general que requiere este gobierno. Y la prueba está en la forma en que han desaprovechado sus talentos.  

Hasta sus propios amigos reconocen que, por los cambios en la ley orgánica y el escaso margen de acción que le conceden, Ochoa González ya no es responsable de casi nada en la administración: 

No ve los asuntos de seguridad pública, no tiene injerencia en el tema de readaptación social, no maneja la cuestión jurídica, no controla el transporte ni tiene que responder a los reclamos por la asignación del presupuesto de comunicación social, como él mismo me lo dijo, luego del exhorto del Congreso para que la administración atendiera a una recomendación del ombudsman.

Sigue siendo en efecto el encargado de las relaciones del Gobierno con las fuerzas políticas, pero a estas alturas ni siquiera los priistas se sentarían a negociar con Arnoldo Ochoa porque están convencidos que no cuenta con la confianza del titular del Ejecutivo.

De hecho, es en el partido oficial, a cuya nomenclatura nacional perteneció Arnoldo cuando todavía la integraban Beatriz Paredes y María de los Ángeles Moreno, donde Ochoa González tiene a sus verdaderos oponentes. 

Insostenible en el gabinete, sus posibilidades de capitalizar el cargo para conseguir su cuarta diputación federal plurinominal o el escaño en el Senado que le falta a su carrera política, chocan con las aspiraciones de las nuevas camadas de priistas cansados de ver cómo en las barajas del PAN y PRD sí hay relevo generacional, mientras en el PRI se repiten y se repiten las cartas.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com. Esta columna se puede leer también en el sitio web CARVAJALBERBER: www.aacb2.com.

bv