Estación Sufragio

Todos los hombres (y mujeres) del presidente

 Adalberto Carvajal Berber  Opinión

Al menos dos de los tres colimenses que tienen posiciones importantes en la administración federal han empezado a operar políticamente en su estado en busca de un cargo de elección popular en 2018. Se trata de José Manuel Romero Coello, director del Instituto Mexicano de la Juventud (Imjuve), y de la subsecretaria de Desarrollo Rural de Sagarpa, Mely Romero Celis.

Romero Coello no esconde su aspiración de ser candidato del PRI al Senado de la República. Y según ha trascendido basa su pretensión en la necesidad que tiene el presidente Peña Nieto de integrar fórmulas que puedan ganar por sí mismas, no por los votos que les transmita el candidato presidencial. Ese lujo se lo puede dar Morena, pero no el Partido Revolucionario Institucional. 

En algún momento se especuló que la compañera de fórmula de José Manuel sería Puente de la Mora. Sin embargo, tras concluir su gestión como comisionada presidente del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), Ximena ha buscado continuar su carrera en ese campo, llegando a ser mencionada entre los candidatos a la fiscalía anticorrupción.

A raíz de que el actual diputado federal Enrique Rojas Orozco mostró también su interés en integrar la fórmula del PRI al  Senado, algunos colegas en el periodismo de opinión se han encargado de recordarnos que en la coyuntura de 2012 las candidaturas del actual gobernador José Ignacio Peralta Sánchez y del actual delegado de Semarnat en estado, Nabor Ochoa López, fueron anuladas en atención a la cuota de género que su partido debía cumplir a nivel nacional y sustituidas por las de Mely Romero (por el PRI) e Itzel Ríos de la Mora (por el PVEM que hizo alianza con el tricolor).

Así que es posible que nuevamente la fórmula oficialista al Senado la integren dos mujeres. Y como algunos columnistas dan por hecho la alianza PRI-PVEM, señalan como segura integrante de la misma a la alcaldesa de Manzanillo, Gabriela Benavides Cobos, quien no buscará la reelección, se dice, para dejarle el lugar a su mentor político, el actual diputado federal por el Verde, Virgilio Mendoza Amezcua, quien iría por un tercer periodo al frente del Ayuntamiento.

Lo cierto es que una Gaby Benavides ecologista es tan probable (siguiendo la lógica que llevó a otros dos alcaldes porteños, Nabor y Virgilio, del PAN al PVEM) como que se mantenga en el PAN y llegue al Senado como parte de los acuerdos que logre el ex gobernador de Puebla, Javier Moreno Valle, si es que éste no consigue la candidatura presidencial del blanquiazul, porque si la obtiene con mayor razón Benavides no cambiaría de partido.

Mely Romero no pretende la Cámara Alta pues es senadora con licencia –su escaño lo ocupa Hilda Ceballos Llerenas, esposa del ex gobernador Fernando Moreno. Así que el interés de Mely podría orientarse hacia la diputación federal por el primer distrito e incluso la alcaldía de Colima, donde se menciona que podría competir por la candidatura priista precisamente con quien fue su suplente.

Aparentemente, sobre todo si Rafael Mendoza Godínez busca reelegirse con el apoyo del PAN, Romero Celis sería una excelente alternativa priista en la disputa por la presidencia municipal de su natal Cuauhtémoc, pero su estancia en la ciudad de México (como senadora y subsecretaria) la deja sobrada para esa posición.

Como dirigente del sector femenil en la CNC y cabeza de su propia organización de mujeres campesinas, Mely Romero tiene a su favor no sólo la cuota de género sino también la cuota de poder que tradicionalmente le ha correspondido a la Confederación Nacional Campesina.

Y aunque el sector agrario ha perdido fuerza en la medida que el PRI se fue olvidando de sus ideales revolucionarios, tampoco tiene muchos cuadros con la juventud, el perfil y la experiencia electoral que tiene Mely.

Romero Coello, Romero Celis y eventualmente Puente de la Mora podrían beneficiarse de una cuota de candidaturas que por su obviedad se nos olvida considerar: la del presidente Enrique Peña Nieto.

Al menos para el Senado y la Cámara de Diputados, el mandatario saliente palomea las listas del PRI que, a su vez, concierta con el candidato oficial. Para Peña es importante dejar colocada a la gente que trabajó con él, porque a final de cuentas serán quienes le cuidarán las espaldas en la siguiente legislatura, es decir, en el siguiente sexenio.

Y ante la posibilidad de que el PRI no retenga la Presidencia de la República, dejar un buen número de peñistas en el Congreso de la Unión se vuelve crucial. 

Se dice que EPN no perderá las elecciones por ningún motivo, pero yo no dudaría que siguiendo el modelo de la alternancia (que es también el esquema del gatopardismo: que todo cambie para que todo siga igual) en 2018 el tapado no sea del PRI.

Si el experimento consiste en que el grupo en el poder juegue con los colores de otro partido, eso no significa que el candidato presidencial del PRI decida un mayor número de candidatos al Senado y la Diputación Federal. Al contrario, esto obligaría a Peña Nieto a intentar modelar un Congreso con una cantidad importante de legisladores que den la cara por él y por sus reformas.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com. Esta columna también se puede leer en el sitio web CARVAJALBERBER: www.aacb2.com.


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