Estación Sufragio

Vendimos el avión y...

 Adalberto Carvajal Berber  Opinión

El Gobierno del Estado lanzó una ingeniosa campaña publicitaria para informar que, con el dinero del avión oficial que se vendió, se remodelaron una treintena de espacios deportivos.

Se me ocurre una manera de combinar la propaganda gubernamental con la rendición de cuentas: difundir el informe contable acerca de cuánto se obtuvo por la venta y cuánto se invirtió en cada espacio deportivo.

Dicho informe debería incluir los detalles de las obras para saber que, por primera vez en la historia, no salió más caro cambiar los aros que poner tableros de basquetbol nuevos.

El monto de la transacción del avión debería, además, compararse a los precios que tenía el aparato en el mercado de aeronaves usadas en ese momento. Y con la inversión que hubiera tenido que hacerse para reparar y mantener en servicio al aeroplano, si la decisión hubiese sido no venderlo.

Aunque es complicado meter toda esa información en promocionales de 20 segundos para radio y televisión, al ciudadano le gustaría ver una corrida financiera acerca de cuánto se está dejando de erogar en los gastos del avión (mantenimiento, combustible, sueldos de la tripulación), contra los gastos que la administración de Ignacio Peralta ha hecho en vuelos privados o comerciales; uniendo los cálculos de la expectativa de egresos por este concepto (desplazamiento aéreo del Gobernador) hasta el final de la vida útil programada que tenía el avión.

Con esos datos, los colimenses estaríamos completamente seguros que hicimos un buen negocio al vender el avión.

ACLARACIONES Y PRECISIONES:

Sostuve durante los años que trabajé con él largas conversaciones sobre su trayectoria, pero todavía me cuesta trabajo trazar la línea del tiempo en la vida de Jorge Humberto Silva Ochoa. Agradezco a quienes se han comunicado conmigo para hacer las siguientes precisiones:

Por ejemplo, me explican que Humberto Silva estudió (junto con su hermano Héctor) en el Instituto Federal de Capacitación Magisterial porque no les permitieron inscribirse en la Normal de Colima, debido a que se le identificaba como uno de los líderes del movimiento estudiantil que había fundado la FEC cuando varios de sus integrantes asistían a la Secundaria para Trabajadores.

Otro lector señala que la amistad de HSO con Gustavo Vázquez no se afianzó durante la elección extraordinaria, sino mucho antes. De hecho, Vázquez Montes era uno de los diputados locales que pertenecieron a la segunda legislatura que acompañó al gobierno de Fernando Moreno que apoyaban la precandidatura de Silva Ochoa al gobierno del estado.

Cuando Gustavo le comentó al licenciado Humberto que el mandatario saliente le había propuesto apoyarlo para la sucesión de 2003, Silva Ochoa lo animó a aceptar el ofrecimiento, pues, consideraba, lo importante es que alguien de ese grupo político en formación llegara.

Parte de los acuerdos que hizo Moreno Peña al abrir el proceso interno del PRI, es que quienes no resultaran candidatos recibirían otras oportunidades. En ese contexto, ya electo Gustavo en la primaria se acordó que Silva Ochoa encabezaría la lista plurinominal del PRI y sería coordinador del Congreso –en el entendido que el tricolor sería mayoría.

Cuando se anuló la elección ordinaria y, tras el triunfo en la extraordinaria, Gustavo Vázquez tuvo que conformar su gabinete, escuchó argumentos de Fernando Moreno en el sentido que no le convenía políticamente tener a dos zorros de la política en posiciones de primer nivel, pues parecía obligatorio incorporar a Arnoldo Ochoa como secretario general de Gobierno. Fue así que Silva Ochoa pasó a la Secretaría de Desarrollo Social.

Por lo menos una vez HSO hizo el intento de recuperar su curul. Y hasta presentó a Gustavo su renuncia como titular de la Sedescol, como requisito para solicitar al Congreso su reincorporación como diputado.

A la muerte de Gustavo, en 2005, hubo una reunión de gabinete en la que se analizó la situación política y jurídica para la designación del gobernador sustituto. Y aunque hubo voces que insistieron en que lo mejor era nombrar a alguien que terminara el sexenio, Silva Ochoa les recordó que esa decisión no le correspondía al gabinete sino al Congreso, donde el coordinador era Silverio Cavazos. Hasta el ex gobernador interino, ya en ese momento como secretario de Educación, Carlos Flores Dueñas, estuvo de acuerdo.

Por cierto, Cavazos Ceballos derrotó políticamente a Arnoldo Ochoa al operar para que designaran al secretario general de Gobierno como gobernador interino, mientras se hacía de la candidatura del PRI para la segunda elección extraordinaria del sexenio, en la que Silverio resultó gobernador constitucional. Pero hubo un tercero en discordia, Carlos Salazar Silva.

El ex rector de la UdeC tenía inicialmente el apoyo de Fernando Moreno, como delegado especial del CEN del PRI, para ser en automático gobernador sustituto, pese a que por no haberse cumplido dos años del periodo se tenía que convocar a nuevas elecciones.

FE DE ERRATAS 

Humberto Silva fue suplente de Abel López Llerenas en la diputación local. Y Rodrigo Vergara fue el suplente de Silva Ochoa en la diputación federal.

El arquitecto Luis Ramón Barreda, quien murió siendo secretario de Finanzas en el accidente de aviación que le costó la vida al gobernador Gustavo Vázquez, tenía como segundo apellido Cedillo. Nakay es el apelativo materno de su madre, la señora Melú, y de su tío Ramón Cedillo Nakay, quien fue rector interino de la Universidad de Colima.

 

bv