Si los policías chinos al servicio del encargado oficial
de reprimir la libertad de expresión en Colima, Fernando “El Pollo” Cruz, ya
determinaron que el autor intelectual de la colocación de lonas en las que
colimenses inconformes con el desempeño de José Ignacio Peralta amablemente le
piden dejar el cargo que le quedó guango, es su villano favorito el panista
Jorge Luís Preciado Rodríguez; y los
materiales, Meyli Pastora Beltrán Rolón y Daniel Alejandro Murguía Pizano,
pedro-peraltistas de corazón; ¿qué
chingados tiene que investigar entonces
la por lo visto ‘desquehacerada’ Procuraduría General de Justicia del
Estado?
Da en el clavo Adalberto Carvajal Berber cuando afirma
que “Para evitar que los panistas capitalizaran políticamente el mensaje (de
las lonas) y buscando distraer la
atención pública del contexto criminal en el que pudo redactarse”, plumas
anónimas pero ostensiblemente oficiosas acusaron en las redes sociales a
operadores del PAN de ser los responsables de colgar las lonas adjudicándole la
autoría intelectual al senador Jorge Luis Preciado Rodríguez. “Con toda
intención quisieron establecer un supuesto nexo entre la delincuencia
organizada y la oposición política. Afirmación irresponsable por dos razones:
la primera, porque enturbia el proceso electoral antes de que empiece: y la
segunda, porque le pega también al gobierno del PRI”, remata con claridad y
contundencia Carvajal Berber.
Si, como atinadamente sostiene el abogado
constitucionalista Abraham Méndez
Palomares, “no hay ningún delito que perseguir”, ¿Qué caso tiene la
investigación exigida por José Ignacio para “ saber quién las mandó colgar,
quién las puso, quién fue el autor material del hecho que las colgó y, sobre
todo, quién le mandó pagar porque lo
hiciera”? No hay delito que perseguir porque, como atinadamente argumento
Méndez Palomares, “no se trata de una amenaza, no le dicen al señor gobernador,
si usted no se va lo vamos a matar, nomás le piden que se vaya, que ya
renuncie, entonces no hay ningún delito, no hay, desde el punto de vista
jurídico, y en eso hemos coincidido más de 100 abogados en las redes sociales,
en que no hay ningún delito que perseguir”. Total, si no quiere irse por su propio
pie que no se vaya.
Completamente de acuerdo con Abraham en que el
‘nacholonagate’ ni a falta administrativa llega porque “es un derecho de
petición que todos los ciudadanos tenemos, el artículo 8 de la Constitución
General de la República nos consagra ese derecho, a pedir a cualquier
autoridad, no solo al gobernador, a pedirle algo, que si está dentro de sus
posibilidades hacerlo lo va a hacer. El hecho de pedir una renuncia, desde el
punto de vista técnico jurídico, no cae en ningún delito”.
Como ni viendo atina, José Ignacio confesó desconocer la
procedencia y el objetivo de las nacholonas, y le exigió a la PGJE investigar el caso, pero no contaba
con la astucia y la eficiencia de su pollo de Comunicación Social que en menos
de lo que canta un gallo, a través de sus troles, incriminó a Preciado
Rodríguez llevándose entre las patas al mismo primo de su patrón y jefe
político de Beltrán Rolón y Murguía Pizano, Pedro Peralta Rivas, además de
embarcan a otros declarantes@nachoperalta.com.
José Ignacio no entiende que los viejos usos y costumbres impuestos por su estratega en incomunicación social, Salvador Silva Padilla, en su gobierno, su partido y el Congreso del Estado, ya no son eficaces en los nuevos tiempos, pero empecinado sigue en cooptar, difamar y reprimir a quienes ejercen la libertad de expresión que no le favorece. En lugar de sacudirse de una buena vez a los ‘comunicólogos’ rémoras del fernandato, se va por la vía fácil de culpar de su mala imagen a quienes con fundamento critican su más que insatisfactorio desempeño y nulos resultados en el cumplimiento de su compromiso de lograr que los colimenses vivan felices y seguros. Así ni cómo ayudarle.
EL ACABO
• “Si la
explicación oficial de la violencia es que en Colima se libra una disputa por
la plaza, si de acuerdo a esos troles hay un cartel que juega en la oposición,
necesariamente entonces otro tiene que estar jugando con el partido (o el
grupo) en el poder”: Adalberto Carvajal Berber.